¿Quién dijo que la vida del campo es tranquila? Seguramente alguien que pasa sus días muy lejos de la actividad. En realidad se toman decisiones todo el tiempo, mientras el clima y la política le van corriendo el arco al agroempresario. Lo que hoy estaba aquí mañana puede no estarlo, y obliga a contar con un esquema lo suficientemente flexible como para sobrevivir en un ambiente cambiante y ciertamente desafiante.
Del mismo modo la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA) ha informado que el Océano Pacífico ecuatorial volverá a su estado neutral entre marzo y mayo de 2023, y es probable que se desarrollen condiciones de El Niño durante el otoño y el invierno del hemisferio norte (nuestra primavera y verano).
Otro modelo para pronosticar un evento de El Niño durante la temporada de verano del hemisferio norte es el Sistema de Predicción Interanual Canadiense (CanSIPS). Muestra una anomalía cálida saludable en la superficie del océano en las regiones ENOS. Esto aumenta la confianza para el evento de El Niño a partir de 2023, pero considera que la certeza aún está lejos, por lo que se recomienda precaución.
El cambio en la temperatura de la superficie del Pacifico Ecuatorial asociado con los eventos ENSO puede parecer marginal, pero es más que suficiente para alterar los patrones climáticos a nivel mundial. El Niño puede modificar el comportamiento de la temperatura y de las lluvias, pero generalmente en el caso de la Argentina los impactos no se observan en todo el país; sus efectos son frecuentes en el litoral y el centro-este. Aunque la gruesa sería la gran beneficiada en caso de concretarse estas proyecciones, no hay que descartar un tránsito amigable para la fina en la Argentina. Todo esto implica un manejo de cultivos distinto.
Pero además el Niño implica seca en Australia, proceso que en general ayuda a sostener los precios del trigo en el mundo. Algo similar ocurre en el noroeste de Brasil o algunas zonas productivas en el oeste de la Argentina. No es raro asimismo que la selva amazónica “se seque” y el crecimiento de la vegetación se ralentice, por lo que se absorbe menos CO? de la atmósfera, una tendencia que se repite en los bosques tropicales de África, India y Australia. Con El Niño, el norte de Europa se torna más frio y más seco.
Pero quizás lo que más debiera importarnos es que El Niño es sinónimo en general de buenas producciones en Estados Unidos, sobre todo de maíz y soja si llega a manifestarse en el final del verano de este país, especialmente relevante en un año en que se espera un aumento de superficie para ambos cultivos, que coincidiría con un mayor volumen de producción en la Argentina y parte de Brasil.
Comprender las complejidades de este sistema climático es similar a tratar de armar un gran rompecabezas. Los océanos hablan entre sí y con la atmósfera, que al mismo tiempo retroalimenta las superficies con agua en el planeta. Los científicos aún no están seguros de cómo se comportará El Niño en el futuro, pero sus efectos probablemente se verán amplificados por el cambio climático en diferentes regiones del mundo.
Solo resta esperar la evolución de los modelos a medida que nos acerquemos a nuestro invierno, que ojalá confirmen la llegada de un periodo húmedo. Un analista californiano dejó expresado su desacuerdo con el entusiasmo que pueda generar este tema. “El año pasado en enero se dijo lo mismo y ya sabemos cómo terminó”, explica a quien quiera escucharlo.
Al margen de los datos que hoy tienen los climatólogos es razonable pensar que a un periodo neutro que continúa a tres Niñas debería seguir el retorno de El Niño. No está asegurado, pero hacemos votos para que así sea.
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Fuente: agritotal.com