Alberto Fernández junto a Cristina Kirchner en el Congreso.Foto: NA/Juan Vargas.
Más que repasar los avances de su gestión, por momentos dio la sensación de que Fernández rendía examen frente a Cristina, con quien no compartía un acto desde junio del año pasado, cuando ambos celebraron en Tecnópolis el centenario de vida de la empresa YPF, horas antes de que Matías Kulfas rodara escaleras abajo como ministro de Producción nacional.
Si bien se abstuvo de hablar de la presunta “proscripción” de la vicepresidenta, después del fallo en su contra en la llamada causa Obra Pública por actos de corrupción, el jefe de Estado sí consideró que Cristina está siendo “perseguida injustamente” en la Argentina y que la Justicia busca su “inhabilitación política” con la sentencia en ese juicio: “simulado”, según su opinión.
Dos horas exactas duró el discurso del Presidente en el Congreso, en lo que probablemente haya sido su última apertura de sesiones ordinarias en el rol de primer mandatario, y en su tramo más enérgico, después de largos y soporíferos minutos en los que procuró ensalzar los progresos de su gobierno desde diciembre de 2019 a la fecha, cargó sin anestesia contra la Corte Suprema de Justicia. El máximo tribunal estaba representado allí en el recinto de la cámara de Diputados por Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, que no paraban de tragar saliva al escuchar las efusivas palabras de Fernández.
También el Presidente responsabilizó a la ciudad de Buenos Aires por las desigualdades sociales que se registran en el país, aunque sin llegar a hablar de “opulencia”, como en alguna otra ocasión. Fue entonces cuando legisladores de la oposición, de Juntos por el Cambio (JxC) en particular y en tono de burla, comenzaron a cantar: “Para Alberto, la reelección”.
Desde el comienzo mismo de su gestión Fernández debió gobernar bajo la sombra de Cristina, la principal figura política del oficialismo, y en el tramo final de su labor al frente de la Casa Rosada está claro que necesita del visto bueno de la “Jefa” del Frente de Todos para lanzarse definitivamente hacia una reelección en los comicios generales previstos para este año.
El Presidente aboga por esa venia, por el “permiso” de Cristina para competir por una renovación de mandato. En su discurso de este miércoles, en reiteradas ocasiones envió guiños a la vicepresidenta y buscó pronunciar las palabras que el núcleo duro K pretende, supuestamente, escuchar.
En este sentido, Cristina se permitió sonreír en determinadas ocasiones junto a Fernández, luego de negarse a que le sirviera un vaso de agua al comienzo del acto. Sin embargo, en medio de una interna cada vez más encarnizada en el FdT, no pasó inadvertida la ausencia del diputado Máximo Kirchner, líder de La Cámpora: una agrupación que reclama airadamente al mandatario que desactive sus ambiciones de presentarse como candidato en las elecciones que se avecinan.
El jefe de Estado intentó defenderse de quienes desde el núcleo duro K lo critican por ser “moderado” y terminó su discurso levantando la voz, casi desencajado, y zambulléndose de lleno en la agenda judicial que tanto preocupa a Cristina, lo que generó el rechazo de la oposición y los cánticos ya mencionados.
Fernández sí habló en esta ocasión de la necesidad de bajar el costo de vida y avanzar hacia un equilibrio fiscal en la Argentina, en momentos en los que la inflación merodea el 100 por ciento anual: “No da para reírse”, aclaró de todos modos el Presidente al término de tanto alboroto en el recinto. Fue cuando puso como ejemplo el sacrificio de una vecina de La Plata para progresar como madre soltera de tres hijos.
“Por lo que hicimos y por lo que falta hacer” (decían afiches con la leyenda Alberto 2023 pegados fuera del Congreso): así el jefe de Estado redondeó su cuarta presentación frente a la Asamblea Legislativa, con una escasa movilización de militantes frente al Parlamento –fiel reflejo de su estado de debilidad actual-, y sin perder de vista su necesidad de mostrarse aún en plenitud y conocedor de “lo que está sucediendo”. También, como aseguró, de lo que queda pendiente: por más que el kichnerismo ya no quiera saber nada más de él.
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Fuente: Noticias Argentinas