Rosario, Santa Fe, 17 abril (PR/23) – A una semana de la publicación el decreto del nuevo dólar soja, Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, analiza los aspectos centrales de la medida y considera que: “Por ahora, es un fracaso. Opera un tercio de lo que fue la versión de septiembre, y los productores no se sienten atraídos por los valores de la exportación”.
El profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral comparte un análisis:
Despejada la duda del tipo de cambio, los 300 $/USD al que salió el dólar agro, con una mejora del 40% contra el dólar oficial, faltaba ver la reglamentación. La misma recién quedó clara para la soja el miércoles.
Dado que el mercado trabajaba en las últimas semanas en la zona de 84.000 pesos, y cuando ganó certeza que salía el dólar soja se fue a 90.000 pesos, los productores esperaban una mejora de 40% sobre esos niveles: por eso esperaban valores en el rango de los 110.000 a 120.000 pesos.
Pero esos valores se venían trabajando con poco volumen, sin la exportación presente. Estaban comprando operadores no tradicionales para coberturas o cierre de posiciones de arbitraje. El precio que ofrecía la exportación para fijaciones era de 70.000 pesos, lo que generaba una situación muy tirante con los productores.
Partiendo de los 70.000 pesos, una mejora del 40% implicaba 98.000 pesos. Recordemos que en el dólar soja I, cuando el mercado tenía una oferta importante de soja, no se pagó una mejora directa del 40% sino algo menos, y siempre los valores estuvieron operando a la baja.
En el dólar soja II (diciembre) los productores habían vendido fuerte, y se dejó fuera por medio de la reglamentación, la posibilidad de que los acopios vendieran la soja que los productores no quisieran negociar. En este caso, con un compromiso explícito de liquidaciones, la exportación terminó teniendo que pagar precios en alza, terminando pagando incluso más de la paridad teórica para cumplir el objetivo.
En los primeros días de la semana, dado que la exportación no tenía clara la letra chica, siguieron comprando los no tradicionales para coberturas con precios de 110.000 a 105.000 pesos. Cuando se conoció la reglamentación quedaron claras algunas cuestiones: no hay un compromiso explícito de los exportadores sobre cuánta divisa tienen que liquidar, y nuevamente los acopios no pueden vender mercadería que no hayan comprado a productores.
Esto hace que los exportadores no estén apurados por comprar, ya que no tienen compromisos con el gobierno. Aunque claramente si no logran con el apoyo del gobierno generar precios interesantes para que el productor liquide, más adelante será todavía más complejo.
El precio abierto de la exportación comenzó muy bajo, más cerca de los 90.000 pesos, y esto generó un valor muy lejano al que los productores buscaban. Pero de a poco las puntas se van acercando. Ya sobre el cierre de la semana los 100.000 pesos parecían más cercanos.
El problema es que los mercados de futuros permiten vender mayo en la zona de 350, julio próximo a 390 y noviembre a 400. Es difícil saber cuál será el tipo de cambio en ese momento, pero teniendo en cuenta el ritmo de devaluación del dólar oficial, no parece difícil encontrarse con precios en pesos en la misma zona que ahora más adelante.
Esto hizo que los negocios estuvieran en la primera semana de vigencia del dólar soja III en un tercio de lo que fue la versión original.
¿Qué va a pasar de aquí a mayo cuando vece el dólar oficial? Ya comentamos que la industria de soja no tiene objetivos de liquidación de divisa por parte del gobierno, pero si sabe que, si no logra comprar con este plus de 40%, será difícil hacerlo más adelante.
Por parte del productor, la presión viene por la necesidad de financiamiento. Si no vende nada, la pregunta es ¿cómo pagará sus cuentas? El fantasma de la “refinanciación” flota en el aire.
Las próximas semanas serán cruciales, ya que la ventaja del 40% de plus que se genera con un dólar soja de 300 frente a un oficial en 214, se licúa a medida que el oficial se sigue devaluando al 7% mensual. Por esto el incentivo se va perdiendo.
Nótese que, por ahora, hablamos de dólar soja, ya que si bien se anunció que esta vez además de la soja tendríamos también apoyo a otros sectores del agro, los mismos no fueron anunciados.
Hubo un rumor de que podrían ingresar también girasol, sorgo y cebada. Esto hace que la venta de esos productos también se frene.
Por otro lado, algunos especulan con que, si el gobierno no logra generar divisas con el dólar agro aplicado a soja y cultivos regionales, podría incluir al maíz, lo que también frena las ventas de ese grano.
Por Dante Romano
Profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral
Primicias Rurales
Fuente: Universidad Austral