Escribe Susana Merlo
Y, tal vez, es justo en los años de elecciones cuando más se nota la falta de espacio que se le brinda; el poco tiempo que le dedican los candidatos, y casi la inexistencia que tiene en las plataformas (si las hubiera) con que se presentan a la ciudadanía para que los voten. Mucho peor todavía, casi no existen equipos técnicos destacados en ninguno de los grupos con más chances, y salvo alguna excepción, apenas surgen atisbos de algunos nombres que ya estuvieron, y con escaso o nulo lucimiento.
Lejos de preocuparse por estas cuestiones, desde la dirigencia del campo lo único que se escucha reclamar es por “la eliminación de las retenciones”, como si con eso se solucionaran todos los problemas, o como si los representantes sectoriales, no tuvieran otras cuestiones para reclamar. ¿Que es más negativo para la producción, las retenciones, o un cupo, o un registro cerrado?. ¿No es cierto, acaso, que este último es equivalente a una retención de 100%, ya que directamente impide exportar?. ¿Y el desdoblamiento del tipo de cambio (oficial, blue, etc.) no es actualmente más dañino que las mal llamadas retenciones?¿Y por qué esto no se plantea?.
¿Por qué el “campo” no tiene ningún peso a la hora de definir obras de infraestructura, muchas de las cuales (rutas, autopistas, puentes, canales) son de incidencia directa en los costos de producción, por el transporte de insumos (hacia el campo), y la salida de producción hacia los mercados?.
Es posible que una ruta nacional, la 12, haya tenido un puente cortado desde la mitad de la Administración Macri, y ahora que se va a “reinaugurar”, después de 5 años con un precario puente Bailey, lo vuelven a cerrar porque “descubren” que la otra cabecera no está bien?. Parece un chiste. Es en Corrientes, y la vuelta para evitar esto es de 300-400 km, según desde donde se tome. ¿Quién paga los costos extra y las oportunidades que se pierden?.
Todo es improvisación. Los incendios de 2022 se llevaron unas 2 millones de hectáreas productivas entre 4-5 provincias, y no pasó nada. De entonces a ahora no hubo cambios, ni se tomaron medidas de prevención, ni mejoró el adiestramiento de voluntarios, ni hay aviones hidrantes, ni helicópteros, ni mochilas para las bomberos, ni nada de nada….
Es como si se esperara que las cosas se corrijan, o dejen de suceder porque sí, sin que medie ninguna campaña de difusión, ni presión sobre los diputados y senadores de cada provincia afectada. Tampoco hay sanción por poner funcionarios improvisados, o no competentes (los que están “pintados”), y la lista puede ser casi infinita.
Lo cierto es que en lo que va de este siglo, poco más de 20 años, la diferencia (para menos) de la Argentina agropecuaria, respecto a los países vecinos (para más), es casi sorprendente, a pesar de que varios de ellos sufrieron también problemas climáticos; no pocos tuvieron (y tienen) conflictos de política interna; todos sufrieron las restricciones que impuso el Covid, y sin embargo, todos crecieron (y mucho, como Brasil), mientras que la Argentina decreció.
Ya eso solo sería clave para definir una política económica, sectorial, e internacional, que corrija la cantidad de errores cometidos, y el desperdicio de oportunidades en los que cayó el país sin que, aparentemente se haya aprendido nada, ni de parte de los conducidos, ni de los conductores.
Lo peor es que se corre el riesgo de volver a caer en lo mismo. Y ni los más de 3 puntos del PBI que se perdieron por la seca del último ciclo, estarían alcanzando para que la media docena de candidatos con más chances, haya armado un equipo de especialistas para mostrar ya, a 6 meses de tener que hacerse cargo de la conducción del país.
Tal vez sería conveniente comenzar a mirar hacia Brasil, entre otras cosas, “porque no se va a mover de ahí”.
Es que el gigante sudamericano se transformó, en las últimas décadas, en uno de los 3 principales productores de alimentos del mundo”, dejó de ser comprador de carne vacuna a ser “proveedor” y de calidad; duplicó, triplicó hasta quintuplicó la producción de granos, y hasta va en camino de autoabastecerse en trigo, mercado que tradicionalmente había sido cautivo de la Argentina.
Como si fuera poco, y como se dijo recientemente en AgroTendencias, Brasil todavía puede aumentar en 70 millones de hectáreas su superficie agrícola, sin tocar un solo árbol del Amazonas (recordar que el área local no llega a 40 millones de hectáreas en la actualidad).
Además, señala el analista Manuel Alvarado Ledesma “Entre 2002 y 2022, el PBI agrícola de Brasil aumentó de USD 122.000 millones a USD 500.000 millones, igualando así el PBI “total” de la Argentina”. Lo que dicho de otra forma, equivale a que el Brasil agropecuario equivale a la totalidad de la Argentina en términos de PBI.
Y ante eso, que no va a cambiar, sino que seguramente se va a profundizar y ampliar, ¿cual es la estrategia argentina?, ¿hacia donde apuntan nuestros prohombres (y mujeres)??. ¿donde se coloca la Argentina, si es que todavía no aprendió que en el mundo de hoy es imposible cerrar las fronteras y “vivir solo con lo nuestro”??