Buenos Aires, 5 septiembre (PR/23) — Milei por aquí, Milei por allá, Milei en todos lados. Estamos viendo algo que por lo general notamos en perspectiva temporal. Por lo general los cambios vienen de golpe y sin aviso y cuando nos queremos dar cuenta ya pasó el tornado.

De repente todo lo que hemos aprendido de la clase política parece zozobrar, ese arte de negociar, de conocer los pasillos del poder, de sentirse dueños del destino de los argentinos comenzó a resquebrajarse. Al igual que nos ha pasado en estos últimos años con muchos otros temas, como el feminismo por ejemplo, que requieren de una deconstrucción, las instituciones estancas, inmutables y anacrónicas del Estado piden a gritos modernidad. Pero no modernidad tecnológica, en tiempos donde sobra la información y en el que estamos todos hiperconectados, la falta de escucha activa y de cercanía con la población, en afán de resguardar todo lo logrado en éstos 40 años de democracia, el armado político, sindical y empresarial, parece haber llegado a un límite y nadie lo anticipó, va sí uno sólo, Javier Milei.

No pueden ser tan egocéntricos los políticos de pensar que el voto castigo no acarrea consigo una cuota de esperanza, pues sin esperanza no se puede esperar un cambio, el cambio es por naturaleza, una consecuencia intentada desde la esperanza.

Milei no es apolítico, no es anticasta, es un político moderno como ningún otro en todo el tablero argentino, es quien entendió que la clave estaba en el pueblo y no en la vieja política, cosas que son muy diferentes. No podes ser candidato sin ser político, sin estar registrado en un partido político, es requisito sine qua non. Político es, completamente “out of the box” como dicen en el norte, pero político es.

No hace falta ser un estudioso de la ciencia política para entender que lo que han hecho desde el 2021, o mejor todo lo que no han hecho, para bajar a quien viene a proponer un nuevo mensaje, vaya a tener efecto en 2 meses, menos si le regalan tantas menciones en los medios. Como espectador, el mensaje más fuerte que me llega de tanta virulencia mediática es que realmente tienen miedo al cambio, bien en el fondo la gran mayoría no quiere un verdadero cambio y es por eso que se agarran de lo que pueden para pegarle a Milei.

Incluso Carlos Pagni, eminencia del periodismo político, trabaja sin querer, en favor de Milei. Es posible que el cambio ya sea irreversible, pero la culpa no es de los libertarios, la culpa es 100% de quienes durante más de 40 años se ocuparon de desgastar sus agendas para ponerle defensas a su quincho para que la vaca, aunque estuviera atada, no se le vaya a escapar.

Siempre nos manejaron la charla de las cenas familiares y de las juntadas con amigos, siempre nos dijeron de qué hablar, y nos hemos cansado de que nos digan de qué y cuando opinar, ya perdieron ese lujo que es, creo yo la peor derrota de la política, la disolución de su credibilidad. Periodistas, políticos, empresarios y sindicalistas nos manejaron como ganado sistemáticamente y lo continuaron haciendo cada vez con más vehemencia priorizando los intereses propios (partidarios o individuales) en lugar de los colectivos. Podemos pensar en todas las veces que el periodismo nos mostró corrupción de las más altas esferas y luego ver en nuestras narices, por ejemplo, a Carlos Saúl Menem sentado feliz y votando a favor del Kirchnerismo en el Senado, un Menem con condena en primer y segunda instancia por el caso de la venta ilegal de armas pero que nunca obtuvo condena firme,, quizás la Corte Suprema debería meditar sobre el hecho de que no tratando el expediente por más de 10 años y dejando a los argentinos sin justicia iba a tener consecuencias tarde o temprano. Tanto se ha instalado la idea de que si la prensa no lo habla, la gente se olvida. Nos olvidamos en el corto plazo por que siempre acá lo urgente tapa lo importante, pero no por eso desaparece, cada omisión de hacer su trabajo por parte de un funcionario, cualquiera sea su naturaleza, fue desgastando la institucionalidad, institucionalidad que hoy pretenden defender de las garras de Javier Milei.

Yo no le creo a Javier Milei pero creo entenderlo. La prensa tradicional se llena de Milei por todos lados cuando el libertario dice que va a permitir comerciar órganos del cuerpo humano o permitir la libre portación de armas o cerrar el CONICET. ¿Realmente ven eso como motivo de debate y nadie va a hacer un mea culpa? ¿Nadie se alarma por la jugarreta de la licitación del 5G o de la hidrovía? A perdido por perdido, mientras Milei desparrama su impecable estrategia comunicacional, los que tienen la chequera en la mano disfrutan la poca atención con la que se mueven en estos últimos meses.

Yo creo que a Milei le importa un comino el conicet, el uso civil de armas o la venta de órganos, el quiere que hablen de él y todo el aparato que se sentía dueño del sistema, le obedece. De repente, los expertos parecen ser los novatos y el novato parece el profesor de política, todos hacen política, pero Milei compró un manual más nuevo, un manual que ofrece cercanía con la gente y la gente responde siempre y cuando Milei vaya contra lo viejo, contra quienes nos trajeron hasta acá, Políticos, Periodistas, Sindicalistas y Empresarios prefieren inmensos problemas sociales antes de más de lo mismo, la campaña del miedo era todo lo que Mileri quería y se la están dando. Porque saben que defender su gestión, unos u otros, no pueden.

Seguramente Milei no llegue hacer ni un 3% de lo que dice en esta estrategia comunicacional de impacto, pero en definitiva está haciendo lo que nadie ha logrado hasta acá, asustar a los dinosaurios.

por José Pizarro

Abogado – Director de Future Farm Hemp Argentina – Co Fundador de @nem.sin – Skincare con CBD