Por Ing. Agr. Mariela Pletsch, coordinadora Región NEA de Casafe –
Buenos Aires, 4 octubre (PR/23) — Vida, biodiversidad, energía, recreación. Todos esos beneficios, y muchos más, están albergados hoy en auténticos oasis naturales: los humedales. Se trata de sectores de la naturaleza que mantienen agua en forma permanente o temporaria, generando un suelo hídrico y una diversidad biológica adaptada a la variabilidad del agua. Son ecosistemas fundamentales tanto desde una perspectiva socioeconómica como ambiental, ya que proveen servicios ecosistémicos y albergan una gran biodiversidad. A la vez, los humedales propician sistemas socioecológicos. Es decir, espacios de interacción entre los seres humanos y el ambiente en los que se influyen mutuamente.
Si por algo se caracterizan estos espacios, es por su gran contenido de agua. Este recurso es altamente valorado por sus múltiples beneficios. El agua en los humedales es fuente de energía y de consumo -humano y animal-. También es contenedora y sustento de la productividad biológica y fuente de vida para la biodiversidad a nivel local y regional. Sirve de “filtro” natural de sustancias contaminantes y de sedimentos suspendidos; y, además, captura carbono y modera el microclima local. Como si esto fuera poco, el recurso hídrico de los humedales permite también la navegación, el transporte, la recreación y el turismo.
Los humedales y la producción de alimentos
La superficie de humedales en la Argentina alcanza a casi 277 mil kilómetros cuadrados equivalentes a casi el 10% de la superficie del país. En gran parte del territorio nacional se realizan diversas actividades productivas entre las que se destacan la ganadería, la producción forestal, la frutícola y cerealera. En zonas de humedales se realizan el 50% de la producción forestal, el 35% de los granos de nuestra alimentación y alrededor del 40% de la producción bovina.
En muchas de las provincias de nuestro país se produce sobre humedales. Por ejemplo, en Corrientes, el 60% de la producción ganadera es sobre humedales. En Chaco, Formosa y Santa Fe oscila entre el 40 y el 60%. En Chubut, aproximadamente el 40% de la producción ovina y el 70% de la bovina se concentran básicamente en humedales denominados mallines. A su vez, alrededor del 80% de la producción frutícola se concentra en las provincias de Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza y Río Negro, en los oasis y valles irrigados.
Los humedales son espacios muy beneficiosos para la producción de alimentos. Y de la misma manera, la producción de alimentos debe devolver el mismo favor. Para eso, hay una serie de prácticas agronómicas que se realizan para mantener la sustentabilidad de estos ecosistemas.
La importancia del agua para la supervivencia de la especie humana y para el resto de la biosfera es indiscutible. Por lo tanto, los sistemas productivos deben siempre realizarse con buenas prácticas agropecuarias, respetando el ambiente y compensando las actividades productivas con los servicios ecosistémicos que brinda el humedal. Necesariamente deben hacerse manejos que no impacten negativamente en el ambiente, entendiendo los complejos ciclos hídricos que atraviesa el humedal en relación al cultivo que se produce. Para producir en humedales, al igual que con otras zonas agroecológicas, debe respetarse la normativa local. Por ejemplo, puede ser necesario solicitar permisos para la implantación de forestaciones, construcción de represas e instalación canales para arroceras, e incluso presentar estudios de impacto ambiental cuando sea necesario.
Los humedales retienen y almacenan agua, es decir que se cuenta con el valioso recurso disponible para la producción, como también para el sostenimiento de la vida silvestre.
Tal como lo indica el Conicet, el informe más reciente de la Convención de Ramsar, destaca que los humedales desempeñan un papel fundamental en la disminución de las emisiones, la adaptación al cambio climático y la preservación de la biodiversidad.
Al mismo tiempo, a través de sus servicios ecosistémicos, nos permiten realizar diversas actividades productivas, como pesca y acuicultura, ganadería, productos forestales, aprovechamiento de recursos silvestres y producción de energía, y la permanente provisión de agua para las producciones agrícolas, es decir el alimento que llega a la mesa de los consumidores.
Cada uno de nosotros desde nuestro lugar puede ayudar a proteger y mantener a los humedales. Si visitás un humedal, recogé la basura y depositala en los lugares destinados para ello. Invita a quienes te acompañen a hacer lo mismo. Respetá la flora y la fauna del lugar. Si producís en ese espacio, usá el agua racionalmente, ya sea para uso humano o agrícola – ganadero. Podés también plantar árboles nativos, implementar métodos de cultivos sustentables, poner en marcha la economía circular y devolver a la naturaleza un poco de lo mucho que nos brinda. Por último y muy importante, y denunciá a la autoridad competente de la zona los desmontes no autorizados.
Un Humedal es un maravilloso paraíso repleto de naturaleza, con importantes servicios para la vida de las personas, te invito a cuidarlo.
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Fuente: Casafe