Rosario, 24 noviembre (PR/23) — El trigo se cosecha en estos suelos desde antes de la propia creación de la Nación Argentina como tal. Los primeros lotes trigueros se sembraron hacia el fin del siglo XVII dónde hoy se asienta la provincia de Córdoba.
Varios siglos más tarde, la producción de trigo ha sido y es una constante en la historia productiva argentina. Hoy es el tercer cultivo en superficie y producción a nivel nacional. El trigo ocupa el 16% de la superficie que se cosechó en Argentina en la última campaña, además del 14% del volumen de granos producido en la cosecha 2022/23.
El trigo es el segundo cultivo más producido y consumido por el hombre a nivel mundial, sólo detrás del maíz. La cadena de trigo se destaca por su gran impacto a nivel nacional en cuatro dimensiones: producción, exportaciones, consumo interno y empleo.
Aunque faltó agua, la producción de trigo espera crecer esta campaña
La presencia de más lluvias por un año Niña llegó tarde para una porción importante de la superficie triguera. De por sí la falta de agua, consecuencia de tres años Niño consecutivos, recortó la superficie sembrada con trigo en nuestro país. De esta manera, 5,4 millones de hectáreas sembradas en esta campaña representan un mínimo de siete años para el trigo argentino.
No obstante, las lluvias que llegaron apuntalarían los rindes respecto de la olvidable campaña 2022/23. Así, y a pesar de que hay menos hectáreas sembradas con el cereal, los últimos datos de la GEA – Guía Estratégica para el Agro auguran un alza productiva del 17% para el trigo argentino 2023/24.
Más producción redunda en un abastecimiento interno más holgado, una mejora en las exportaciones y un repunte de la actividad para muchas actividades complementarias al trigo. A modo de ejemplo, el adicional de 2 millones de toneladas de trigo en esta campaña representa cerca de 70.000 viajes más en camiones hacia los centros de consumo o los puertos argentinos.
El rol del trigo argentino en el comercio mundial
En los albores de la campaña 2023/24, nuestras proyecciones esperan una Argentina más protagonista en el mercado mundial de trigo. Desde una escasísima participación del 1,5% en la campaña 2022/23, en el nuevo ciclo podría representar 4,3% del trigo comercializado a nivel mundial, un volumen estimado de 8,7 Mt. Ello representaría una notable mejora luego de la compleja situación que generó la histórica sequía, que deja al país en el 9no lugar como exportador mundial de trigo en 2023.
Si bien las expectativas de la campaña venidera auguran un crecimiento auspicioso, las proyecciones exportadoras todavía guardan distancia de los máximos históricos. Un exponente cercano fue el año comercial 2021/22, cuando la Argentina exportó el 7,6% del cereal del mundo. Ello representó un máximo de 14 años en participación y un máximo absoluto en volumen exportado.
Más allá de estos vaivenes, el Complejo Trigo se consolidó en 2022 como el quinto complejo exportador, sólo detrás de los de Soja, Maíz, Petrolero-Petroquímico y Automotriz. Sin embargo, analizando en profundidad los complejos, y debido a la necesidad importadora de los dos últimos, el Complejo Trigo representa el tercer exportador neto de la economía argentina.
Por sus ventajas comparativas y competitivas, Brasil es un destino de peso para el trigo argentino. No obstante, Chile, Indonesia, Argelia y Kenia, entre otros destinos de lo más disímiles entre sí, también son clientes relevantes para las exportaciones trigueras.
Cada año en Argentina se consumen casi 100 kilos de harina de trigo por persona
Todos los años se industrializan cerca de 6 millones de toneladas (Mt) de trigo en nuestro país, los cuales quedan en su amplísima mayoría para la demanda de los argentinos. Pan, facturas, pastas, pizzas, milanesas, entre otros, son consumos habituales en nuestro país. Considerando los 46 millones de habitantes según el último censo, en Argentina cada año se procesan 130 kilos de trigo por habitante, que luego son nuevamente industrializados para convertirse en los alimentos presentes en el día a día de los argentinos. Llevado a una ratio aproximada de equivalencia en harina de trigo, estamos hablando de un consumo de 97 kilos de harina de trigo por habitante por año. Si lo llevamos a un promedio diario, equivale a un consumo de 266 gramos de harina de trigo por persona por día; es decir, cerca de un cuarto de kilo diario per cápita.
Para los 153 países de los que se disponen datos de consumo interno de trigo en bases de datos del USDA, el nuestro se ubica en el puesto 33 en consumo per cápita de trigo, segundo de Latinoamérica y tercero de América. Los primeros puestos quedan reservados para los países del Magreb y algunas exrepúblicas soviéticas en Asia. En este sentido, Azerbaiyán, Argelia y Marruecos consumen más de 190 kilos de harina de trigo por habitante por año y ocupan el podio del consumo mundial per cápita.
El consumo por habitante de trigo argentino se asemeja al de países como Australia y Canadá. Con diez kilos más por habitante, cada año Uruguay consume cerca de 109 kilos de harina de trigo por persona. Este guarismo lo ubica en el primer lugar en el consumo per cápita de América, cerca de los promedios de la Unión Europea.
La cadena triguera genera más de 400.000 puestos de trabajo
Cerca del 12% de los puestos de trabajo del agro son generados por la cadena triguera argentina, un empleo que además muestra una amplia cobertura a nivel federal, a lo largo y a lo ancho del país. La comercialización y la industrialización del trigo son protagonistas en el empleo, con la molienda, elaboración y venta de alimentos en base al trigo como principal renglón en puestos de trabajo.
El recorte productivo de la sequía redujo levemente la generación de empleo de la cadena triguera, que se ubica un 0,8% por debajo de los niveles del año pasado. A pesar de la sequía histórica y una cosecha recortada a la mitad, los números son alentadores y podría verse una recuperación en la generación de empleo de cara a la cosecha 2023/24, que se espera superior a la fatídica campaña 2022/23.
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Fuente: Informativo Semanal de la BCR