Desde la época precolombina hasta nuestra actualidad, repasamos la historia y algunos datos curiosos de uno de los snacks más populares
Buenos Aires, viernes 5 de enero (PR/24) .- “Pochoclo” en Argentina, “palomitas de maíz” en México, “pipocas” en Brasil, “cabritas” en Chile y la lista sigue. Muchos nombres pero para hablar de un mismo producto: el maíz pisingallo, que luego de pasar por el proceso de cocción a presión, se obtiene la popular golosina.
Los famosos “pororó”, popularmente llamados en Rosario, son fieles compañeros un viernes o sábado a la noche a la hora de ver una película, ya sea en un cine o hasta en nuestra casa. Pero es tan multifacético que también acompaña las salidas familiares al parque y desde hace un tiempo se ofrece como snack en la mesa de los bares. También los encontramos en el supermercado, en bolsas listas para meter en el microondas y consumirlos.
Están los fundamentalistas del pochoclo dulce caramelizado y también los que lo prefieren salado. Diversas formas y en diferentes contextos podemos encontrar al pop corn, pero, ¿alguna vez se preguntaron cómo surgió esta maravilla? ¿Saben cuál fue el punto de origen, el “eureka”, que llevó a que hoy en día consumamos pororó a nivel mundial?
Si nunca te lo preguntaste y te gustaría saberlo, en esta nota te vamos a contar en detalle la historia y las características más importantes del compañero de cine más famoso del planeta.
El pochoclo precolombino
La evidencia arqueológica demuestra que el consumo de pochoclo podría ser muy antiguo. Los investigadores sostienen que en las culturas precolombinas de América del Sur el maíz también se consumía. Según pruebas fósiles encontradas tanto en México como en Perú, este alimento ya se preparaba en el año 4.700 a.C.
En el caso de México, una de las culturas que producía pochoclos era la azteca, y a los granos reventados de maíz los llamaban “momochtli”.
¿Cómo se preparaba? Colocaban maíz en ollas de barro muy calientes o ponían los granos sobre ceniza ardiente. Cuando los españoles invadieron América en 1519, vieron por primera vez los pochoclos. Los aztecas utilizaban las palomitas de maíz en los rituales como ornamento en tocados ceremoniales, collares y otros adornos en las estatuas de sus dioses.
En Perú hay rastros de que los antiguos pobladores de la costa comían “pisancalla”, otro nombre que tiene el pochoclo, antes de la llegada de los españoles. Se hallaron restos de
este snack en tumbas con más de mil años de antigüedad y también se encontraron ollas para cocinarlas datadas en el 300 d.C.
De esta manera, las tradicionales palomitas constituyen un legado de gastronomía prehispánica que llega hasta nuestros días.
El auge del pop corn y la invención de la palomitera
El padre del pochoclo industrial fue Charles Cretors, un norteamericano nacido en Illinois. Fue quien inventó la moderna máquina carrito palomitera para producirlo. En 1893 se le concedió la patente por su invención y, ese mismo año, la llevó a la Exposición Universal de Chicago. La costumbre de comer pochoclos en los cines se puso de moda en Estados Unidos entre 1929 y 1933 al iniciarse la época de la Gran Depresión. En ese entonces, las familias norteamericanas buscaban refugio y distracción en las salas de cine.
El cine había dejado de ser accesible solamente para la clase alta norteamericana y, poco a poco, había abierto sus puertas a la clase media trabajadora. Si bien no estaba la costumbre de comer durante las funciones, con el cambio del público surgió la necesidad de poder consumir algo durante la función.
Fue en este contexto cuando, en 1931, Julia Braden, una mujer proveniente de Kansas City, consiguió autorización para poner un puesto con una máquina palomitera en el hall de uno de los cines más concurridos del momento en Estados Unidos, el “Linwood Theater”. El éxito fue total y muy pronto la idea se replicó en otros puntos del país.
Maíz pisingallo: perfil y características agronómicas
La planta de maíz pisingallo es más pequeña que la de los maíces tradicionales. Los cultivos requieren mayor atención en su manejo y un exhaustivo control de malezas e insectos. El grano es redondo, y su tamaño es casi la mitad del tamaño de un grano de maíz común. Su color es entre amarillo y naranja.
Los granos de esta variedad contienen humedad interna, que cuando se quiere obtener pop corn, el grano debe ser sometido a un proceso de calentamiento de hasta 175 °C, lo que convierte en vapor a la humedad dentro del grano, generando una presión interna que produce una pequeña explosión. El producto resultante de esta explosión es el famoso pop corn.
Información nutricional
Pese a que su consumo es considerado por muchos como golosina, el pochoclo es un alimento rico en fibras y bajo en calorías.
Anteriormente, una porción de pochoclo de 100 gramos aportaba unas 500 calorías. En la actualidad ese valor se redujo a 350 calorías y su contenido total de grasas adicionadas se
encuentra entre el 19% y el 27%, aunque algunas empresas lograron eliminar por completo el tenor graso.
Largo camino transitado
El pochoclo es un snack irresistible y versátil que conquistó el paladar de millones de personas en el mundo. Incluso ganó tanta popularidad que hasta tiene su día. Sí, leíste bien, el 19 de enero se celebra el día mundial de este snack milenario.
Desde su origen en las culturas precolombinas de América del Sur hasta el presente, el pochoclo ha resistido el paso del tiempo y sigue siendo una parte importante de la cultura alimentaria global. Ya sea que lo comas en el cine, en tu casa o en un parque, el pochoclo siempre será una buena opción para cuando sientas antojo de comer algo crujiente, sabroso y nutritivo.
La próxima vez que disfrutes de un puñado de pochoclos, recordá que detrás de cada bocado hay una historia que se origina en los campos, donde el maíz crece con mucho cuidados antes de convertirse en ese aperitivo irresistible que todos adoramos. Porque el campo está en tu vida de muchas maneras, hasta nos acompaña al cine. ¿Lo imaginabas?
Nota: Antonella Fiore – Aapresid.
Primicias Rurales