Buenos Aires, martes 9 enero (PR/24) — Durante diciembre de 2023, la circulación tropical logró superponerse a los vientos polares y, aunque se produjeron algunos episodios de fríos tardíos, la atmósfera recibió un abundante aporte de humedad y calor.
Gracias a ello “El Niño” alcanzó su plenitud, extendiendo el calentamiento a vastas extensiones de los mares (áreas en tonos de rojo), y superponiéndose al enfriamiento que había prevalecido hasta
entonces (áreas en tonos de azul).
Este proceso rompió el bloqueo que afectaba
a los mecanismos atmosféricos, liberando en
forma abrupta la energía acumulada durante
largo tiempo, y provocando una sucesión de
fenómenos extremos, tanto en áreas rurales
como urbanas.
Las lluvias que acompañaron estos
fenómenos llevaron abundante humedad a
gran parte del área que venía sufriendo
sequía, aunque los aportes fueron irregulares,
dejando algunas zonas sin alivio, y anegando
otras.
Posteriormente, los fenómenos se moderaron
un tanto, pero conservando una modalidad
violenta y fragmentaria, sin llegar a mostrar un
patrón regular.
En lo que hace a la perspectiva a corto y
mediano plazo, es probable que los
aportes de lluvias continúen reponiendo las
reservas de humedad de los suelos, al mismo
tiempo que las temperaturas se mantendrán
moderadas con bajo riesgo de calores intensos,
mejorando las proyecciones productivas,
aunque el sudoeste de la Región Pampeana
podría recibir valores algo escasos.
No obstante, en el largo plazo, se presentará el
riesgo que, una vez consumido el exceso de
energía que estaba acumulado en la atmósfera,
los mecanismos de precipitaciones vuelvan a
deprimirse, al mismo tiempo que se
incrementará el riesgo de fuertes calores sobre
las zonas que reciban aportes pluviométricos
insuficientes.
Durante febrero y marzo de 2024, se
incrementará paulatinamente el riesgo que se
acentúe el carácter fragmentario de las
precipitaciones con aportes excesivos sobre
algunas áreas, como el centro del NOA, y
faltantes sobre otras, afectando a partes del
Paraguay, el este del NOA, gran parte de la
Región del Chaco, el este de Cuyo y gran parte
del Sudoeste de la Región Pampeana (Figuras 4
y 5).
Las temperaturas se mantendrán moderadas
sobre las áreas donde los suelos se mantengan
húmedos, pero se observarán fuertes calores
donde las reservas disminuyan.
La llegada del otoño provocará, como es usual
en los episodios de “El Niño”, un incremento de
las precipitaciones que aliviará, al menos
parcialmente, el estado de las zonas que fueron
afectadas durante el verano, pero al mismo
tiempo podría causar tormentas de gran
intensidad sobre la Cuenca Alta y Media del
Paraná y el Uruguay, causando una crecida de
grandes proporciones, con inundaciones
ribereñas y anegamiento de campos bajos.
Hacia el final de la estación, comenzará a
notarse el aumento de la influencia de los
vientos polares, teniendo lugar marcados
descensos térmicos, aunque es probable que el
riesgo de heladas tarde más en concretarse que
en las temporadas anteriores.
El presente informe confirma lo ya dicho, en el
sentido que se trata de una temporada donde
se notarán grandes contrastes regionales, con
marcadas anomalías de signos contrarios, que
harán necesarios una gran dosis de previsión,
un cuidadoso y un uso inteligente de la
tecnología, para superar los desafíos que se
presentan, aunque algunas zonas no lograrán
una recuperación completa.
Clave de Colores: Los tonos de amarillo a rojo indican precipitaciones bajo lo
normal; los tonos de verde en el rango normal; y los tonos de celeste a azul, sobre
lo normal. Gris: Áreas montañosas o con precipitaciones muy escasas donde no se
aplica el criterio de anomalía.
Ing. Agr . Eduardo Sierra
Especialista en Agroclimatología
Primicias Rurales
Fuente: Bolsa de Cereales de Buenos Aires