El mejor aliado en mi proceso de cambio. El músculo.

Por la Dra. Virginia Busnelli, (MN 110351), Médica especialista en nutrición con orientación en obesidad. Directora del Centro de Endocrinología y Nutrición CRENYF.

Como profesional de la salud especializada en el tratamiento de obesidad y sobrepeso es muy común que me escuchen hablar del tejido adiposo, su papel como órgano metabólicamente activo en el desarrollo de la obesidad y cómo su exceso puede traer complicaciones para nuestra salud. Pero hoy vengo a hablar de otro tejido que, a diferencia del adiposo, su disminución es peligrosa para nuestra calidad de vida: el tejido muscular.

El músculo esquelético es un gran tejido, aproximadamente el 45% de nuestro peso corporal, y generalmente lo conocemos como el responsable de nuestro movimiento y sostén. Si bien esto es cierto, a la vez es acotado ya que además de sus funciones motoras, el músculo tiene funciones endocrinometabólicas y de termorregulación.

Hacer actividad física disminuye el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles aumentando nuestra expectativa de vida y disminuyendo la mortalidad. ¿Por qué ocurre esto? Una de las funciones endócrinas del músculo es la de liberar más de 600 sustancias (la mayoría de ellas mioquinas) que tienen efectos sumamente positivos en casi todos los órganos y sistemas corporales. Por ejemplo, alguna de ellas tiene incidencia en el desarrollo de nuestras neuronas disminuyendo el riesgo de enfermedades neurogenerativas como el Alzheimer. Otro gran ejemplo es que actúan favoreciendo nuestra oxidación de grasas y la reducción de tejido adiposo principalmente visceral, así como también mejorar el metabolismo de los hidratos de carbono. Esto quiere decir que, más que estética y fuerza, el músculo, gracias a sus increíbles mioquinas, es capaz de comunicarse con otros órganos y ejercer numerosos efectos beneficiosos para la salud.

Cuando hablamos de obesidad, al igual que a veces recomendamos fármacos y por supuesto mejorar la alimentación, reforzar el músculo es, o al menos debería ser, una indicación médica ya que su mejoramiento se relaciona con beneficios en el metabolismo de los nutrientes… una excelente noticia para prevenir o tratar esta enfermedad.

Cuidar nuestro músculo es otra de las cosas en la que debemos pensar cuando nos ofrecen o venden dietas mágicas y rápidas con un aporte calórico muy bajo y faltante de nutrientes que provoca un descenso de peso a expensas de nuestro músculo. Acá hay que tener mucho cuidado ya que la ganancia de este indispensable tejido requiere de trabajo, descanso y buena alimentación por lo que perderlo no es chiste. La pérdida de grasa tiene que ser progresiva, respetuosa con nuestro cuerpo y nuestros tiempos, acompañada de una alimentación llena de nutrientes y de movimientos de fuerza para que nuestro músculo se mantenga firme y fuerte en este proceso de cambio.

Hacer actividad física y trabajar en nuestra fuerza al menos dos veces por semana es terapéutico y tiene muchísimos beneficios que van más allá de la generación de fuerza. Algunos de ellos son:

Mejora nuestra composición corporal.
Disminuye el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Reduce la incidencia de muchos tipos de cáncer.
Disminuye la mortalidad.
Disminuye la incidencia de diabetes ya que mejora el metabolismo de los hidratos de carbono.
Reduce el riesgo de caídas y mejora nuestros huesos.
Reduce enfermedades cardiovasculares.
Está relacionado con mejorías en la salud mental.
Mejora la calidad de sueño.

Ganar o mejorar nuestra masa muscular va mucho más allá de un objetivo estético, además, si es acompañada por pasos diarios y actividades cardiovasculares como correr o andar en bicicleta, es fabuloso. Cambiemos juntos el paradigma, generemos conciencia y trabajemos en nuestra musculación para hacer de este tejido, nuestro mejor cómplice en el proceso de cambio.

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