La escasez estructural que viene sufriendo esta categoría no es novedad. El stock de novillos ha ido retrayéndose año tras año, producto de fuertes secas que diezmaron la capacidad de los campos, pero fundamentalmente por una sucesión de políticas que lejos de estabilizar la actividad, resultaron sumamente adversas para cualquier producción de largo plazo, en especial para la ganadería de exportación.
Los datos del último stock al 31 de diciembre de 2023 mostraron un total de 2,33 millones de novillos, la cifra más baja desde que se llevan registros y menos de la mitad de las existencias registradas a fines de 2007, previo a la primera gran liquidación de los últimos 30 años.
La pregunta que cabe realizarnos entonces es si esta menor faena de novillos que se registra en los primeros cuatro meses del año responde, además de la baja disponibilidad de hacienda, a una retracción de la oferta, que pueda dar indicio de una incipiente retención por parte del invernador tradicional.
Sin embargo, si analizamos la procedencia de estos novillos que llegan a faena no hallamos grandes indicios una posible recomposición de las invernadas pastoriles.
De acuerdo con los datos que informa el SENASA, en base a los DTe de traslado de hacienda, vemos que en los últimos 5 años -2020 a 2024- período de clara baja y estancamiento de la faena de novillos -siempre medido para el primer cuatrimestre de cada año- del total de animales trasladados a faena se observa un porcentaje creciente en el aporte del feedlot. A su vez, un dato no menor que complementa esta tendencia es la caída en los pesos medios de faena que se observa en, al menos, los últimos tres años.
En concreto, de enero a abril de este año los feedlots aportaron el 30% de los de los novillos que llegaron a faena, los cuales, como promedio general, lograron 282,5 kilos de carne en gancho, contra 284,1 kilos en 2023 y 287,1 kilos en los primeros cuatro meses de 2022.
Esta tendencia de mayor confinamiento de novillos se mantiene al analizar los datos anuales, lo que revela, en definitiva, la falta de intensificación en los sistemas de invernadas pastoriles de largo plazo como los que se requerirían para recomponer definitivamente esta categoría tanto en número de animales como en producción de carne lograda por cabeza en stock.
La realidad es que más allá de la apertura comercial que goza actualmente el sector exportador, la falta de competitividad que genera el sostenimiento de un tipo de cambio atrasado, redunda en desincentivos para toda la cadena productiva. En efecto, desde hace seis meses el novillo argentino en precios es el menos competitivo de la región.
Esta falta de competitividad de la industria no hace más que trasladarse al valor que recibe el productor local, que es, en definitiva, quien debe tomar la decisión de retener o no su hacienda con la expectativa de obtener su fruto en uno o dos años. Actualmente, el valor promedio del novillo gordo en el MAG -medido a valores de hoy- es el más bajo de los últimos 5 años y se posiciona un 8% por debajo del promedio.
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Fuente: ROSGAN