Manuel Alvarado Ledesma | Director Consultoría Agroeconómica (CAE).
Buenos Aires, 1 de julio (PR/24) .- El enemigo no solo viene de Brasil, también procede de EE.UU y de la propia Argentina Brasil, a lo largo de décadas, ha cambiado sus monedas como consecuencia de diversos problemas económicos.
Pero desde 1994, mantiene la misma moneda. El real brasileño es la moneda oficial de Brasil, la que, actualmente, ha pasado a ser la más confiable de América Latina. La entidad encargada de su emisión y su control es el Banco Central de Brasil.
Como toda moneda, su relación con las demás divisas varía a lo largo de los años. Si una economía sufre una tasa de inflación alta, lo más probable es que resulte sometida a una tasa de depreciación de su moneda, también, elevada. Entonces, debe concluirse que toda devaluación, en principio, genera inflación, y que, a su vez ésta alimenta nuevas devaluaciones. Un verdadero círculo vicioso.
La ventaja de la depreciación de la moneda local permite que la economía sea más competitiva en precios. De esta forma, se favorece la producción nacional, dado que los productores domésticos tienen más posibilidades de exportar. Pero, lo malo es que afecta a los asalariados, al menos el corto plazo, y por eso mismo gana competitividad.
Los que salen perdiendo son aquellos que producen para el mercado interno, porque el menor nivel de salarios lleva a una baja del consumo. Además, incentiva las importaciones que pasan a sustituir a los productos locales.
Respecto a EE.UU. la situación es compleja. Está claro que inflación empieza a ceder y las tasas, contra lo esperado, todavía son altas. En consecuencia, el dólar se hace más fuerte a nivel global.
Brasil viene tomando nota del contexto global y, por ello, continúa con un proceso de depreciación del real en términos reales, pues lo hace por encima de la inflación. Desde el comienzo del año 2024, la moneda brasileña se devaluó aproximadamente 12%, en tanto la inflación no llegó al 3%.
El valor del dólar en suba hace que la soja brasileña resulte más competitiva que la estadounidense. En consecuencia, las transacciones resultan más ágiles en Brasil y más lentas en EE.UU. Algo similar sucede con el maíz.
La devaluación del real mantiene un correlato similar con el derrotero bajista que viene mostrando el precio internacional de la oleaginosa.
En nuestro país, por el contrario, la tasa de inflación se desliza más rápidamente que el tipo de cambio. En lo que va del año 2024, el peso se habría devaluado algo así como 12% y la inflación habría llegado a cerca del 75%.
¿Cuál es el efecto de la depreciación del real brasileño en la economía argentina? Si esta moneda se vuelve cada más barata, las exportaciones argentinas se vuelven más caras y las brasileñas, más accesibles. Es decir, los precios de la soja y del maíz, sobre todo, quedan sometidos a la fuerza del tipo de cambio que induce a su baja. El tipo de cambio es un fuerte fundamento bajista en los valores internacionales. Una devaluación del real incide en una menor competitividad para los productos de nuestro país en el mercado global.
En suma, los movimientos de apreciación sobre el dólar y sobre el peso, más los de depreciación del real, estimulan las exportaciones de Brasil en detrimento de las de EE.UU. y de la Argentina.
Hay muchos elementos a considerar, pero sin duda alguna, las variaciones en los tipos de cambio son elementales.
Fuente: Manuel Alvarado Ledesma | Director Consultoría Agroeconómica (CAE)
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