El algarrobo ha demostrado ser una de las especies de árboles nativos más importantes del país, no solo por su extensión territorial sino por los servicios ecosistémicos que provee.
Buenos Aires, 02 de octubre (PR/24) .- Estos van desde la madera maciza de calidad para mueblería y artesanías; la madera para combustible como leña y carbón; los frutos para el consumo humano y para el ganado; el néctar y polen de sus flores para la actividad apícola; la asimilación del nitrógeno del aire a través de su asociación con bacterias del género Rhizobium, hasta su uso como parte del componente arbóreo de sistema silvopastoriles y de acciones de restauración ecológicas de áreas degradadas, entre tantos otros.
Toda esta batería de datos y análisis es la que recientemente fue compilada en un libro publicado por el Centro de Investigaciones Agropecuarias de INTA, del que participaron 59 investigadores de esa y otras instituciones como el Conicet y Universidades Nacionales como la de Córdoba, Santiago del Estero, Formosa, la del Litoral, la de Buenos Aires, y la Universidad República Uruguay.
En más de 400 hojas, el libro reúne 25 años de investigaciones que van desde el mejoramiento genético de la especie, hasta los aspectos de su crecimiento, adaptabilidad y calidad de su madre y otros productos forestales.
“Compilar todos esos conocimientos para este gran objetivo y gran público fue realmente un desafío. El algarrobo es el árbol de las regiones áridas y semiáridas, no solo de Argentina sino de gran parte de Sudamérica”, dijo Diego López Lauenstein, uno de los compiladores integrante del Instituto de Fisiología y Recursos Genéticos Vegetales de INTA, durante la presentación del libro.
“Para esto se tomaron las especies de algarrobo más importantes del país, que son seis especies que se cultivan, se plantan, o que potencialmente se pueden plantar acá. Y en todos estos años de investigación, pero más recientemente desde el año 2006, se crearon y formularon proyectos de domesticación de especies forestales nativas, dentro del marco del programa forestal, donde en las diferentes regiones boscosas del país tomamos como prioritarias algunas especies”, comentó a continuación.
A través de 14 capítulos, el libro desmenuza de forma minuciosa toda la información disponible sobre esta especie.
Respecto de su parea de extensión, el algarrobo – representado por varias especies de árboles nativos del género Prosopis, recientemente renombrado como Neltuma-, crece desde el nivel del mar y hasta más de 1800 metros de altura. Es así que en el país se extiende en las regiones fitogeográficas del “Parque Chaqueño”, el “Espinal” y del “Monte”, en esta última se introducen por los valles cordilleranos hasta la prepuna.
Es por esto que son capaces de soportar máximas absolutas por encima de los cuarenta grados centígrados y mínimas absolutas por debajo de los diez grados centígrados bajo cero.
Además, a través de profundas raíces alcanzan reservas de agua inaccesibles para el resto de las especies que acompaña, aportando al ecosistema cantidades extra de humedad y dinamizando el ciclo del agua.
El libro detalla que esta cualidad, en las áreas más secas y con acceso a la napa freática, los independiza de las lluvias, por lo que son unas de las primeras especies en florecer y brotar en el monte, incluso antes de iniciarse el ciclo húmedo estival típico del clima monzónico reinante en las regiones que ocupan.
Por tal motivo, se la considera una especie pionera y heliófila, tolerante a la sequía, a la salinidad y a suelos degradados.
Otra característica clave de la algarroba es que su distribución se caracteriza por colonizar áreas disturbadas o degradadas, tanto de antrópico o natural (urbanización, desmontes, incendios, riego, áreas de derrames de ríos, etc.). Esta característica biológica y su fuerte valoración popular hacen que estén asociados invariablemente a la presencia humana.
“Quiero resaltar lo valioso de este recurso, no solo desde el punto de vista económico sino también desde el punto de vista social y cultura. El algarrobo es utilizado desde nuestros ancestros, desde las comunidades originarias, y significa un recurso súper importante y valioso”, señaló Carmen Delcira Vega, otra de las compiladoras del libro y miembro también del Instituto de Fisiología y Recursos Genéticos Vegetales.
En este sentido, el libro señala: “Por sus características el cultivo de algarrobo en Argentina puede promover el desarrollo de economías locales y regionales en ambientes de bajo valor productivo en términos de cultivos tradicionales. Las comunidades que se desarrollan en estos territorios muchas veces están fuera del circuito de economía central y suelen tener una economía de subsistencia. Para consolidar el cultivo del algarrobo en Argentina es necesario focalizar las investigaciones futuras hacia objetivos claros de producción en un marco de sustentabilidad”.
Al respecto, el trabajo también da cuenta de que el cultivo del algarrobo sobre la base de subsidios fiscales ya tiene varias décadas de historia en la Argentina. Sin embargo, “la crónica falta de materiales adecuados de propagación, el desconocimiento de las prácticas silviculturales más adecuadas y el escaso o nulo manejo de las plantaciones han impedido que la actividad forestal en estas regiones (sobre la base de plantaciones) se incorpore a los sistemas productivos agrícolas y ganaderos predominantes”.
Tanto es así que a pesar de ser la especie nativa con mayor superficie cultivada del país, prácticamente la totalidad de la explotación del algarrobo se basa aun en las existencias forestales del monte nativo. “Todavía son muy pocos los casos de extracción y procesamiento de madera de algarrobo a partir de plantaciones forestales”, afirma el trabajo.
En este contexto, el objetivo del cultivo del algarrobo es constituirse en un importante componente para la diversificación productiva regional.
Otro punto clave del libro apunta a la necesidad de restaurar los bosques de algarrobo.
“En el país existen más de 30 millones de hectáreas de bosques con categoría amarilla, donde no se puede cambiar el uso del suelo (desmontar), pero es muy necesario restaurar esos bosques. De esos 30 millones, en unas 17 millones de hectáreas el algarrobo ocupa un lugar central en el ecosistema y en los sistemas productivos. Se deberían crear líneas de mejoramiento para la obtención de materiales de propagación con ese fin específico, que garanticen principalmente una alta supervivencia. Mantener una alta diversidad genética es clave para propiciar la resiliencia de estos ecosistemas”, indica el trabajo.
“Queremos promover a través de este libro el cultivo del algarrobo, de manera de disminuir toda la presión que sale del aprovechamiento de los bosques nativos hoy, que la madera sea utilizada desde las plantaciones forestales y disminuir la sobreexplotación que vienen afrontando. Creemos que ese libro es un aporte importante”, sostuvo Delcira Vega.
Los 14 capítulos se completan con información de aspectos botánicos de las distintas especies, un mapa de distribución de ellas y de las potenciales a usar para la forestación, la relación de la especie con estreses hídricos y salinos, su asociación con microorganismos benéficos, hasta la descripción de las principales enfermedades que pueden afectarla, tanto en su estadio como plantin hasta su estadio adulto en el bosque.
Primicias Rurales
Fuente: Bichos de Campo