Ante la amenaza que esto implica para la ganadería argentina, Valor Carne conversó con dos académicos referentes en reproducción bovina: el MV Sergio Marcantonio, de la Universidad Nacional de Buenos Aires, y el MV Gabriel Bó, de la Universidad Nacional de Villa María. ¿Existe una base científica detrás de esta exigencia? ¿Cuáles son los resultados de las investigaciones locales sobre IATF con GnRH, una hormona alternativa no prohibida en Europa?
“Las sales de estradiol utilizadas desde fines de los años ‘90 en los protocolos de inseminación artificial a tiempo fijo, han permitido un gran crecimiento de esta biotecnología tanto en Brasil, como en Uruguay, Paraguay y la Argentina, donde se ha cuadruplicado el número de cabezas tratadas, alcanzando a 30 millones”, afirmó Marcantonio.
En tal sentido, hasta entonces sólo se inseminaban las hembras a celo detectado, no más del 2 al 3% y hoy se aplica en el 20% del stock regional, impactando en la tasa de preñez y en la mejora genética de los rodeos, donde se registra una alta proporción de vacas sin ciclar y con baja condición corporal al inicio del servicio.
“La proscripción de la carne procedente de hembras tratadas con estradiol por parte de la UE, carece de sostén ya que no existe evidencia científica de que genere riesgos para los consumidores”, planteó.
¿Por qué se prohibió? “Primero vedaron los promotores de crecimiento, entre ellos el estradiol, que para ese fin se utiliza en dosis muy altas y repetidas. Luego, a partir de 2008, quizás por un error, extendieron la exclusión a la IATF, que requiere dosis muy bajas, ínfimas, y se aplican una o dos veces, muy alejadas del momento de faena. Y si bien se comprobó que no afectaba la inocuidad de la carne, eso dejó una marca en la opinión pública europea”, respondió.
Hay numerosos experimentos que han medido el estradiol en vacas a las que trata con esa sal y unos días después presentan niveles hormonales similares a los de sus compañeras en celo. ¿Hay alguna diferencia entre inyectadas y naturales? “No. Cuando uno suministra la sal de estradiol, automáticamente se metaboliza a 17β-estradiol, que es lo mismo que tiene una hembra en celo. Es decir que, desde el punto del consumidor, no hay ningún cambio”, indicó.
Es más, “muchos vegetales tienen mayor cantidad de estradiol que la carne de un animal que ha sido tratado con esta inyección”, subrayó Marcantonio, presentando datos sorprendentes: un kilo de papas contiene lo mismo que 260 kilos de carne de una vaca que recibió la hormona durante la IATF; y 100 gr de repollo equiparan al contenido de 235 kg de esa carne, según estudios del investigador uruguayo Alejo Menchaca.
“Si bien desde el punto de vista científico, no existe ningún peligro para los consumidores, la UE viene anunciando que no van a comprar carne de vacas tratadas con estradiol desde hace más de diez años. Y si queremos venderles, debemos cumplir, hay que amoldarse a esa situación, respetar sus exigencias”, opinó.
Uruguay, por ejemplo, desde el 2021 ha retirado el estradiol del mercado, siguiendo los pasos de los Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda, países donde se pueden utilizar promotores de crecimiento, pero no las sales de estradiol para IATF.
En el caso de la Argentina, desde fines de 2022, SENASA estableció que aquellos productores que producen vacas con destino a UE tienen que hacer una declaración jurada firmando que no les aplicaron estradiol en ningún momento de su vida.
“O sea, la instancia actual en nuestro país es un papel firmado. Probablemente, el próximo paso será la prohibición, retirarlo del mercado, no sé en cuánto tiempo ocurrirá esto, pero más temprano que tarde tendremos esa restricción”, advirtió.
Ciencia de cara al mercado
El investigador Gabriel Bó retomó el tema de la mala reputación del uso de estradiol inyectable en IATF poniendo sobre el tapete el verdadero motivo de la prohibición.
“El estradiol, en la dosis que nosotros usamos, es totalmente inocuo. Inclusive la UE designó a un grupo de científicos europeos para determinar si se podía o no utilizar esa sal en los programas de sincronización de celos. La comisión concluyó que era totalmente inocuo para la salud humana y, por lo tanto, sí se podía aplicar”, aseveró. Y agregó: “Entonces, el cuestionamiento europeo es político. Como ahí hay cada vez más presión de los grupos ambientalistas y, para ellos, el estradiol es una mala palabra, es muy difícil de cambiar esa idea”.
En este contexto, se refirió a la restricción argentina en los campos registrados para la UE. “En verdad, la declaración jurada se instrumentó porque no hay manera de determinar con ningún test si una vaca fue inyectada con sal de estradiol: como se transforma en el estradiol natural, que es el mismo que tiene la vaca, no se puede diferenciar”, aclaró.
¿La solución? “Los veterinarios tenemos que adaptarnos al mercado, a pesar de que definitivamente no estamos de acuerdo con la visión europea. El consumidor argentino se puede quedar bien tranquilo al respecto”, enfatizó, aludiendo a que ni siquiera hay reparos para el uso de estradiol en el “Codex Alimentarius”, creado por la FAO y la Organización Mundial de la Salud.
“Soy presidente del Instituto de Reproducción Animal de Córdoba y desde ahí trabajamos en conjunto con investigadores de toda la región. Estamos llevando adelante varios proyectos para evaluar protocolos alternativos, mediante el uso de GnRH, una hormona que no está prohibida y está mostrando buenos resultados para inducir y sincronizar la ovulación. Ya se utiliza en Uruguay y otros países donde el estradiol no está disponible a la venta”, contó Bó, agregando que el tema también es estudiado por investigadores del INTA y de la Universidad de La Plata, entre otros.
¿Resultados? “Los primeros datos locales fueron publicados en revistas internacionales y son alentadores, parecidos a los de Uruguay. Con ambos protocolos (GnRH y estradiol) se logra una preñez de alrededor del 50% en razas británicas y cruzas índicas. Y si bien la nueva hormona es más cara, la relación costo-beneficio sigue siendo positiva”, reveló.
¿Y en Brasil? “La cuestión ahí es un poco más complicada porque la vaca cebú pura responde menos al tratamiento con GnRH que con estradiol. Por lo pronto, tengo entendido que el país vecino ha decidido exportar carne de machos. Pero, como siempre, los investigadores estamos tratando de solucionar todos estos escollos, estudiando alternativas”, ponderó.
Para finalizar, Bó apeló a la responsabilidad de los veterinarios especializados en reproducción bovina ante los cambios del mercado. “Necesitamos adaptarnos a protocolos que respondan a las demandas de estos nuevos consumidores y que, a la vez, nos permitan seguir mejorando la producción de carne. Ya hay establecimientos que los aplican y logran buenos resultados”, concluyó.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
Primicias Rurales