La Iglesia Católica, por supuesto, desde sus orígenes ha prohibido el aborto por considerar que constituye homicidio.

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: “Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral” (n. 2271).

Mientras tanto, Catholics for Choice ha sido fuertemente criticado por líderes de la Iglesia por su activismo explícitamente anticatólico: el Cardenal Timothy Dolan dijo hace varios años que el grupo “no está afiliado a la Iglesia Católica de ninguna manera”, “no habla por los fieles” y está “financiado por poderosas fundaciones privadas para promover el aborto como un método de control de la población”.

Sin embargo, el engañoso activismo del grupo subrayó inadvertidamente un aspecto clave de la doctrina católica, que ha sido parte de la fe católica desde que comenzó hace 2.000 años: que María efectivamente tuvo la opción de asentir a la voluntad de Dios y convertirse en la “Theotokos”, la Madre de Dios.

Mark Miravalle, quien ocupa la Cátedra de Mariología San Juan Pablo II en la Universidad Franciscana de Steubenville, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que María fue “absolutamente libre” al ejercer la decisión de convertirse en la Madre de Dios en la Tierra.

“Fue libre al ejercer el mayor don de Dios, el libre albedrío”, afirmó. Sugerir lo contrario, dijo, sería dar a entender que “de alguna manera fue coaccionada o que se trató de alguna forma de predestinación, una que no permite la expresión de lo que nos hace humanos, que es nuestra libertad”.

El teólogo señaló que era “un equívoco malicioso” por parte de Catholics for Choice “insinuar que la elección del ‘sí’ de María de traer a nuestro Redentor al mundo tiene alguna similitud o equivalencia moral con la trágica elección del ‘no’ de una mujer que lleva al asesinato directo de un ser humano inocente”.

“La elección de María trae vida y salvación”, afirmó. “La elección del aborto trae muerte y destrucción. Moralmente, estas dos opciones no podrían ser más diametralmente opuestas y, por lo tanto, nunca se las puede considerar honestamente como justificación del mal devastador del aborto”.

El teólogo mariano P. Edward Looney, que sirve en la Diócesis de Green Bay, Wisconsin (Estados Unidos), dijo que la cuestión de la libertad de María para elegir podría surgir de la naturaleza de la Inmaculada Concepción.

“Puesto que ella fue elegida por Dios y Dios ya había actuado en su vida con una gracia preveniente, evitándole la elección original, uno podría preguntarse con razón: ¿tuvo María libre elección?” dijo.

Sin embargo, la Santísima Madre efectivamente tuvo libre albedrío para elegir, dijo el P. Looney.

“Su vida estaba alineada con Dios en la medida en que ella quería lo que Dios quería para ella”, señaló. “Alinearse con la voluntad de Dios no implica que uno carezca de libre elección; más bien demuestra que uno desea cooperar con Dios y llevar a cabo Su plan y Su voluntad”.

“Los caminos de Dios son mejores que los nuestros”, añadió. “María quería permanecer virgen. Estaba dispuesta a permanecer virgen y, sin embargo, ser madre”.

Los teólogos católicos han citado desde hace tiempo el asentimiento libremente elegido de María como modelo para todos los católicos. El entonces Papa Benedicto XVI dijo en una homilía de 2006 que “al ser amada, al recibir el don de Dios, María es plenamente activa, porque acoge con disponibilidad personal la ola del amor de Dios que se derrama en ella”.

“También en esto ella es discípula perfecta de su Hijo, el cual realiza totalmente su libertad en la obediencia al Padre”, señaló el Papa.

Ese tema se puede ver a través de los siglos: San Agustín de Hipona, por ejemplo, escribió que María sirvió efectivamente como Madre de la Iglesia, “porque cooperó con su caridad para que cristianos fieles… pudieran nacer en la Iglesia”.

Por su parte, Looney citó la homilía “En alabanza a la Virgen Madre” de San Bernardo. En ella, el sacerdote del siglo X resumió la respuesta de la Virgen Madre al ángel implorándole: “Da pronto tu respuesta. Responde presto al Ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del Ángel”.

“Responde una palabra y recibe al que es la Palabra”, escribió San Bernardo. “Pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.

Daniel Payne

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Fuente: ACI Prensa