Por Marianela De Emilio | Ing. Agr. Msc. Agronegocios– INTA CIEP
Buenos Aires, lunes 7 octubre (PR/24) — El contexto internacional presenta escenarios diversos que operan en simultaneo impactando en la volatilidad de los mercados, sin ser el mercado de granos la excepción. Mientras los precios cambian de dirección, las preguntas que motivan a tomar decisiones comerciales no giran en general a un alcance de maximizar precios, sino de resguardar valor para dar sostenibilidad a las agro empresas en el corto y mediano plazo.
Mercado de granos:
Clima: el clima es uno de los principales factores que impactan sobre la oferta de granos del mundo. En este momento se presentan escenarios de sequía en diversas regiones productivas, que impactan sobre precios de corto y mediano plazo, según se pronostica que dichas sequías se reviertan o no. Así, Sudamérica, Brasil y Argentina principalmente, muestran un cuadro de sequía que afecta la fecha de siembra de soja y maíz temprano de la campaña 24/25, mientras muchas zonas productivas de Rusia y Ucrania complican la siembra de trigo 25/26 por falta de agua en los suelos, al mismo tiempo que falta agua en zonas trigueras de Australia, cuya cosecha 24/25 comienza a mostrar posibles recortes, lo que también ocurre en Argentina. Estos países proveen el 51% de soja, 17% del maíz y 19% de trigo producido en el mundo, y exportan 60% de la soja, 57% del maíz y 40% del trigo que se exporta en el mundo, por tanto, estos cuadros de sequía que presentan en simultáneo, ponen los precios a la suba.
Por otro lado, Estados Unidos, que produce 29% de la soja, 32% del maíz y 7% del trigo, y exporta 27% de la soja,30% del maíz y 10% del trigo que se exporta en el mundo, tuvo una buena cosecha de trigo y está avanzando a buen ritmo con la cosecha 24/25 de soja y maíz, lo que aporte certeza al mercado, aportando condimentos bajistas. A esto se suman las esperadas lluvias sudamericanas la semana que viene, que podrían relajar los precios.
Geopolítica: El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania sigue poniendo en escena la posibilidad de complicaciones en el abastecimiento de granos desde la zona del Mar Negro, lo que pone tensión alcista con cada nuevo ataque que ralentiza el fluir de buques graneleros en esa zona.
El recrudecimiento del conflicto bélico en zona del Medio Oriente, con acción y reacción entre Israel, Irán y aliados de ambas naciones, traen amenazas sobre fuentes de energía, donde el petróleo reacciona a la suba, con el impacto alcista sobre granos vinculados a biocombustibles, como soja y maíz.
Lo que afecta la demanda en el mundo:
Tasa de interés y tipos de cambio: La baja de tasa de interés en Estados Unidos, trae movimientos bursátiles fuertes, que por un lado tienden a asumir más riesgo en busca de mayores tasas de interés, y por otro devalúan la moneda haciéndola más competitiva para exportar, lo que alienta a los países compradores, con mejor relación de compra frente al Dólar, a comprar sobre ese país, que ve, en medio de su cosecha, reactivada la exportación. Esto da espacio para subas de precio, por mayor presión de demanda y rendimiento del dólar frente a las monedas de los países compradores. Por el contrario, el fortalecimiento del Real brasilero y del PESO argentino, causa menor competitividad exportadora de estas monedas, y mayor necesidad de bajar precios de exportación para seducir a la demanda internacional hacia nuestras costas.
Geopolítica: Los conflictos en Medio Oriente, enciende las alarmas del mercado en general, que perciben escenarios de alto riesgo, lo que puede verse en las subas de los últimos meses del índice VIX o índice del miedo, que hace picos cada vez que hay ataques y contra ataques en Medio Oriente. Grande capitales del mundo buscan entonces resguardar valor en activos que aportan sensación de seguridad, como por ejemplo el oro, que viene escalando precio durante todo el 2024, rompiendo techos de precio que han alcanzado récords nunca vistos hasta ahora. Esto pone a grandes fondos de inversión posicionados en granos, a pensar en apostar por activos que brinden mayor seguridad, pudiendo causar fuertes bajas.
Por otro lado, los conflictos y el temor a una escalada de los mismos, obstruye/encarece zonas estratégicas de paso, como el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y el Mediterráneo, para el transporte de mercadería desde países proveedores a consumidores, causando menor demanda desde orígenes de países comprometidos y mayor demanda en orígenes alternativos, donde países del continente americano aparecen.
Resguardo de valor:
Saldos y precios promedio de la 23/24: Mientras todo lo anterior ocurre en el mundo, Argentina, atravesada nuevamente por la sequía y su macroeconomía, muestra decisiones del sector agrícola que hablan de resguardar valor frente a una campaña incierta.
Hasta fin de septiembre se habían comercializado con precio 73% del trigo 23/24, a un precio promedio de U$S 246/TN, quedando un saldo de trigo a preciar de 3,5 millones de toneladas a menos de dos meses de la nueva cosecha 24/25. Se comercializó 55% del maíz y 44% de la soja 23/24, a precios promedio de U$S 174 y 306/TN respectivamente, quedando un saldo de 21 millones de toneladas de maíz y 28 millones de toneladas de soja por preciar.
Precios actuales y rendimiento de liquidaciones: Los precios alcanzados por el trigo, maíz y soja terminando la semana pasada, fueron de U$S 216, 185 y 320/TN respectivamente. Solo trigo cotiza por debajo del precio promedio del año, soja y maíz superan los precios promedio operados hasta ahora por la 23/24.
Si pasamos estos precios a su equivalente en Dólar MEP, puede verse que soja y maíz se encuentran en valores que podrían rendir U$S 260 y 152/TN respectivamente, muy cerca de sus máximos de este año en U$S 264 y 168/TN. Solo trigo, ya en su última etapa comercial 23/24, rinde U$S 176/TN más cerca de sus mínimos de este año, que de sus máximos de U$S 222/TN. Estos mayores rendimientos se logran por suba de precios y acortamiento de brecha cambiaria entre el tipo de cambio mayorista y MEP, dada la trayectoria de los tipos de cambio tras las medidas macroeconómicas en vigencia y las apuestas del mercado a las mismas.
Decisiones comerciales mirando hacia la 24/25: Puede decirse que el escenario local está dado para liquidar soja y maíz, reduciendo el volumen sin precio, aprovechando la posibilidad de lograr mayores precios promedio a tipo de cambio oficial y a la vez mayor rendimiento a tipo de cambio MEP, en caso de querer dolarizar la venta.
Sin embargo, la pelota productiva está en el aire, con lluvias pronosticadas para Argentina y Brasil la semana que viene, que podrían traer alivio al sector productivo, aunque escasas para muchas áreas de ambos países, que dudan de que sean suficientes para avanzar con la siembra de maíz temprano en Argentina y soja temprana en Brasil, este último avanzando al ritmo más lento de los últimos cinco años. Al mismo tiempo, el trigo está en riesgo, con déficit hídrico mientras define rendimiento.
Todo esto hace dudar del éxito productivo de la próxima 24/25 para los tres granos, trayendo temor respecto a disponer o no de mercadería física suficiente para seguir en el ciclo productivo. El saldo de granos por comercializar y preciar entonces, es retenido como resguardo de valor, puesto por encima de la disponibilidad de mayor precio y rendimiento dolarizado.
Conclusiones: El mercado de granos muestra condimentos que se ven alcistas y otros bajistas, mostrando señales de alta incertidumbre a la hora de proyectar tendencia de precios en el mediano plazo. El mundo avanza en sus inversiones y conflictos, y los precios locales se observan más cerca de techos que de pisos, lo que fuertes movimientos del mercado podría hacer cambiar.
Hay que recordar que los granos representan poder adquisitivo, que un volumen determinado a un precio determinado, permite adquirir bienes o servicios determinados. Así, resguardar volumen de granos, cuando los precios acompañan con subas, en un contexto complejo que podría traer más subas, pero también fuertes recortes, podría no ser del todo resguardar valor.
El criterio de toma de decisiones de ventas y coberturas de precios, debe considerar un panorama tan complejo y a la vez poner los precios en función de costos y rentas objetivos, para no paralizarse en medio de la incertidumbre y concretar mejores resultados.
Intercambio Automático de Información Financiera Argentina. Si bien los trascendidos del Organismo Federal dan cuenta de haber recibido información sobre más de 150 mil cuentas de argentinos en Estados Unidos, muchos contribuyentes estarán a la expectativa de qué información ha sido efectivamente recibida por AFIP para decidir por su ingreso (o no) al blanqueo de capitales
Por Alejandra Sarni, Socia de Impuestos & Legales de BDO en Argentina
Buenos Aires, miércoles 2 octubre (PR/24) — Hacia fines de mayo de este año, el Servicio de Impuestos Internos de los Estados Unidos (IRS) confirmaba que la Argentina contaba con las medidas de seguridad de datos y la infraestructura adecuadas para realizar de manera efectiva el primer intercambio automático de información financiera suscripto en diciembre de 2022, luego de que la administradora federal Florencia Misrahi, se reuniera con las principales entidades y asociaciones bancarias de nuestro país y resto de Organismos involucrados en el régimen de información financiera (FATCA), poniendo a disposición del IRS las especificaciones técnicas necesarias para adaptar los sistemas de remisión de la información.
Así las cosas, el Acuerdo FATCA entró en vigor el 01/01/2023 y es por ello que esta semana la AFIP comenzó a recibir información correspondiente al período fiscal 2023 del fisco estadounidense, cuyas repercusiones se irán dimensionando en los próximos meses.
Si bien los trascendidos del Organismo Federal dan cuenta de haber recibido información sobre más de 150 mil cuentas de argentinos en Estados Unidos, muchos contribuyentes estarán a la expectativa de qué información ha sido efectivamente recibida por AFIP para decidir por su ingreso (o no) al blanqueo de capitales ya que, si dicha cuenta no se encuentra regularizada ante la AFIP, el blanqueo de la misma no necesariamente es una decisión que debe resolverse este mes.
Ello así, ya que para quienes poseen cuentas bancarias en el exterior no declaradas por importes de hasta U$S100.000 dólares, NO existe costo alguno asociado para regularizar la misma y no hay diferencia alguna entre sumarse al blanqueo en la Etapa 1, en la Etapa 2 o en la Etapa 3 que finaliza en Abril de 2025, dado que la franquicia de U$S100.000 para no pagar el impuesto especial aplica igualmente, cualquiera sea el momento en que dicho contribuyente opte por blanquearla (en aquel caso que ése fuera su único bien no declarado ante AFIP).
El Acuerdo recíproco establece que entidades financieras y no financieras tales como bancos, entidades de inversión y aseguradoras informarán el Nombre, dirección y número de identificación fiscal del residente fiscal en la Argentina (titular directo de la cuenta), el Número de la cuenta, la identificación de la entidad de Estados Unidos que reporta y el importe de los intereses, dividendos y otros ingresos financieros acreditados en la misma, pero siempre en la medida que la renta bruta asociada supere la suma de 10 dólares (importe anual) y se correspondan con ingresos de fuente de los Estados Unidos. Dicho de otra forma, si un sujeto percibe -por ejemplo- comisiones por su labor profesional desplegada en un tercer país o incluso rentas por colocaciones en títulos o bonos emitidos por otros países, dicha información NO será reportada.
El país del norte tampoco informará al Fisco argentino los saldos de las cuentas al 31 de diciembre de cada año, así como tampoco los movimientos que se sucedan a lo largo del año en las cuentas susceptibles de ser reportadas.
Una cuestión de vital relevancia resulta ser que, a pesar de ser acuerdos recíprocos, mientras Estados Unidos recibe información de cuentas abiertas a nombre de sujetos obligados a pagar impuestos en Estados Unidos (persona humana) y cuentas donde dichas personas son “personas controlantes”, el IRS sólo intercambia información sobre los titulares de cuentas en los Estados Unidos. Vale decir, NO reportará personas controlantes o beneficiarios finales de estructuras que mantienen cuentas en los Estados Unidos; Estados Unidos sólo intercambiará titulares directos de cuentas bancarias (“Account Holders”) y en consecuencia quedarán fuera del radar aquellas cuentas a nombre de una sociedad (LLC) o estructura (Trust), aún cuando el accionista o fiduciante resulte ser una persona humana residente fiscal argentino.
En conclusión, el Secretario del Tesoro sólo informará:
• Cuenta de depósito: si el titular es una persona física residente en Argentina, si se pagan más de USD 10 de interés a dicha cuenta en el año calendario.
• Cuenta Financiera que no sea una Cuenta de Depósito: si el titular de la Cuenta es residente de Argentina, incluida una Entidad que acredite que es residente en Argentina para efectos fiscales (sociedades argentina), con respecto a los ingresos de fuente estadounidense pagados o acreditados en la cuenta, que estén sujeto a informe en virtud del Capítulo 3 del Subtítulo A o el Capítulo 61 del subtítulo F del Código Fiscal Interno (“Internal Revenue Code”, “IRC”) de EE.UU (entiéndanse las que se informan en el formulario F 1042 – En el mismo, principalmente se incluyen RFPDA (en español, Renta Fija Determinable Anual Periódica), la cual comprende principalmente intereses, dividendos, regalías).
En cuanto a las Sociedades LLC (Limited Liability Company) de residentes argentinos que tengan cuentas bancarias en EE. UU en aquellos casos que sean consideradas como transparentes o pass-through por la legislación fiscal estadounidense, las Entidades no son sujetos pasivos del impuesto a las Ganancias y la ganancia original (o subyacente) será gravada directamente en cabeza del socio o partícipe. En dicho caso, las entidades financieras podrían reportar sus nombres al IRS, ya que disponen de la información que surge del Formulario 1042 y del W8 (identificación del sujeto argentino).
Recordamos que el Formulario 1042 se usa para que el agente de retención (en este caso, la institución financiera) declare el 15 de marzo de cada año al IRS ciertos ingresos originados en Estados Unidos (incluidos intereses, dividendos, etc.) pagados a no residentes norteamericanos (non resident aliens) durante el año calendario y la información acerca de las correspondientes retenciones fiscales en la fuente.
Si bien, no se encuentra específicamente en las disposiciones del Acuerdo FATCA, en base a lo expuesto, las entidades financieras podrían entonces brindar información respecto de los socios.
Por Nicolas Razzetti Analista Del Mercado Ganadero
La crisis rompió la elasticidad de la demanda interna, cae fuerte el consumo de carne vacuna y las perspectivas no son alentadoras para los valores del ganado en el corto plazo. El INDEC informó que la inflación promedio de agosto fue de 4,2%, pero los valores de la carne vacuna que aumentaron mucho menos y quedaron bien atrás del indicador mensual y del acumulado en los últimos 12 meses.
La caída en el poder de compra del consumidor consecuencia de la crisis económica es tan fuerte que se rompió la elasticidad de la demanda interna de este alimento, el más deseado por los argentinos.
Si la inflación del INDEC fue de 4,2%, los precios de la carne vacuna relevados por el IPCVA que tiene un medición exhaustiva que el organismo oficial, subieron 1,2% en la zona AMBA, 1,5% en Rosario y 2,,9% en Córdoba durante el mes pasado.
En tanto, en el acumulado del último año la carne vacuna subió 197% y la inflación fue de 236%. Hay una diferencia marcada de 39 puntos porcentuales entre uno y otro indicador lo que habla a las claras de los problemas de la demanda interna afectada por la suba de diferentes rubros de su costo de vida entre los que se destacan los incrementos en las tarifas de los servicios públicos.
En los feedlots sigue habiendo mucha hacienda. En agosto el Senasa informó que tenían 2,05 millones de animales. En septiembre esa cantidad cayó muy poco, en los corrales había 1,95 millones de cabezas.
Según feedloteros consultados muchos intentan estirar procesos de engorde a la espera de capturar un mejor precio y además porque una vez que se desprenden de la hacienda les cuesta mucho reponer por el diferencial de valores.
De todos modos, el proceso de vaciado comenzó y durará al menos hasta fin de año por lo que cabe esperar una crisis profunda del precio de la carne y de la hacienda.
En agosto ingresaron a esos establecimientos, según informa el Senasa, 396.000 vacunos y salieron 446.000 lo que da cuenta del arranque del proceso de vaciamiento que, por ahora, no es tan marcado y que se acentuaría más en los meses próximos.
Desde el arranque de la zafra de terneros la situación fue la inversa, de marzo a julio el encierre fue mayor a lo que se vendió para faena.
El quiebre en la tendencia tiene que ver con la escaza oferta de terneros. La mayor parte ya se negoció y el criador que se quedó con hacienda ahora espera a darle algunos kilos más en el proceso de recría que permitirá la primavera para venderla a algún engordador o exportador que quiera hacer novillos.
Ante la poca oferta de terneros los precios se afirmaron. Los criadores venden los machos que llevan los que recrían a campo a 2600/2700 pesos por kilo vivo y las terneras que son demandadas por los feedlots se pagan 2300/2400 pesos, por encima de su capacidad de pago por la esperanza que se mantiene en la recomposición del mercado.
También se repone hacienda en los corrales con menos intensidad porque los precios de lo que se está vendiendo en el consumo interno no son buenos.
Los novillitos y vaquillonas que pocos meses atrás llegaron a valer 2300/2400 pesos por kilo vivo, hoy se negocian en el Mercado de Cañuelas a 2000 pesos.
Si se le carga a esos precios la inflación acumulada debería cotizar en 2800 pesos lo que significa que tienen un retraso del 30% o que en términos reales se sufrió una fuerte descapitalización. Otra vez la carne vacuna actuó como ancla inflacionaria.
En el contexto actual, con la cantidad de hacienda que hay en los corrales y la debilidad de una demanda interna que no tiene posibilidades de reacción porque hay incrementos que se le imponen como el de los servicios públicos, prepagas, colegios, alquileres, los valores de la carne y de la hacienda no tienen mucha chance de aumentar y recuperar el terreno perdido.
Relaciones de precios y mayor consumo de las carnes alternativas
El informe de precios de las carnes del IPCVA la relación entre el kilo de pollo y el de asado es la peor en 5 años. Según ese documento con un kilo de asado se compran 2,9 de pollo. Por otra parte también desmejora la relación entre el kilo de asado y el de pechito de cerdo. En este caso es 1 a 1,2. También en este caso se trata de la peor relación en 5 años.
A su vez, en forma interanual los valores del pollo aumentaron 240% el mencionado informe de precios que mide al pollo entero, en los trozados las subas fueron mayores y gran parte del comercio de esta carne se hace de este modo.
Y esa suba de valores se dio a pesar de que el nivel de abastecimiento de carne aviar siguió en los 45/47 kilos lo que habla de una transferencia de consumo de la carne vacuna a esta especie en gran parte apuntalada por los buenos precios y ofertas en supermercados del pollo entero
Lo mismo viene sucediendo con la carne de cerdos. El consumo medido en kilos de carne disponibles por habitante ronda los 18/20 kilos y gracias al planchazo de precios que se dio en los últimos meses en el capón y en la carne ganó más espacio en la dieta.
En el último mes el precio del pechito de cerdo aumentó fuerte, más de 15%, y el consumo no cedió, por el contrario convalidó las subas y castigó a la carne vacuna. Veremos cómo sigue la competencia entre los tres productos en los próximos meses.
Primicias Rurles
Fuente: Por Nicolas Razzetti | Analista Del Mercado Ganadero de Agroeducación
Por Brian Torchia, gerente de Finanzas Corporativas de Pgk Consultores
Buenos Aires, 18 de septiembre (PR/24) .- El último dato de inflación arrojó que durante el mes de agosto los precios subieron un 4,2%, estando por encima de las expectativas del Gobierno Nacional (por debajo del 4%). Este dato incorpora ciertas dudas respecto de la, hasta ahora, marcada tendencia en favor de la desaceleración de la tasa de crecimiento del nivel de precios producto de la política anti-inflacionaria del Gobierno dado que hace varios meses no puede romper con el piso del 4% y que las acciones de mayor impacto como puede ser el freno a la emisión monetaria, el anclaje de expectativas a través del tipo de cambio y el freno del nivel de actividad, ya han sido utilizadas.
Dentro del presente contexto, surge la inquietud de dónde conviene invertir los ahorros, especialmente por parte de los inversores más conservadores. En este sentido, se podrían destacar 2 tipos de activos para incluir en una cartera de perfil conservador: Tasa Conocida o Tasa Variable (inflación o dólar oficial). Con respecto al primer de estos, en promedio la tasa mensual que están devengando es de un 4,30% (siendo más bajo en los activos con vencimiento más cercano). Por otro lado, en lo que respecta al segundo tipo de activos, aquellos vinculados a inflación, dados los precios actuales de mercado, necesitan de una inflación promedio del 4% en el corto plazo (2024) y del 3,10% en el mediano plazo (2025) para rendir lo mismo que el promedio de aquellos instrumentos con tasa ya conocida, mientras que los vinculados al tipo de cambio oficial serían los menos atractivos en el corto plazo teniendo en cuenta la actual política cambiaria (devaluación mensual del 2%) y los actuales precios de estos instrumentos, que terminan configurando un escenario en el cual necesitan un “shock cambiario” para ser realmente atractivos, aspecto que en principio dadas las expectativas generales no parecería probable en el corto plazo.
Por lo tanto, partiendo de este contexto, es posible pensar en distintas alternativas adecuadas a la percepción de cada inversor, primando siempre el sesgo de perfil conservador. En este sentido, en cuanto mayor confianza se le otorgue al sostenimiento de las políticas cambiarias e inflacionarias del Gobierno, mayor proporción dentro de una cartera deberían tomar los instrumentos de Tasa Conocida (LECAP, que vienen ofreciendo tasas entorno al 45%). No obstante, sería prudente resguardar una porción del capital en instrumentos atados a la inflación, viendo atractivo en el tramo medio de la curva (TZX25 y/o TZX26, que permitiría captar rebrotes inflacionarios). Respecto al segmento Dólar Linked, deberían ir incorporándose en las carteras en la medida en que el perfil inversor le otorgue mayor relevancia a la cobertura devaluatoria, o bien en la medida en que vaya transcurriendo más tiempo dado que ante una eventual liberación de las restricciones cambiarias, un shock de corrección del tipo de cambio pareciera un escenario posible y son este tipo de instrumentos los que capturarían valor ante ese evento.
En este sentido, una cartera 70/30 mirando segmento de Tasa Conocido e Inflación, respectivamente, parecería algo prudente, siguiendo de cerca la formación de expectativas a nivel cambiario apuntando a una rotación dinámica desde Tasa Conocida a Dólar Link en la medida en que se acerque la posibilidad de salida del cepo o bien que se sostenga la divergencia entre la evolución del tipo de cambio (2%) y la inflación (4%) producto de no lograr perforar a la baja dicho rango, aumentando tensiones en el frente externo.
Precio: En julio, la carne vacuna promedió $7.445 por kilo, lo que representa una reducción del 16% en términos reales comparado con diciembre de 2023, contribuyendo a la desaceleración de la inflación.
Consumo: A pesar de la baja en los precios, el consumo de carne vacuna cayó un 20% interanual llegando a mínimos históricos, debido al menor poder adquisitivo, y las familias optaron por carnes más económicas como el pollo o el cerdo.
Proyecciones: Se espera que la demanda de carne aumente si mejora la actividad económica, pero la producción ha caído y los costos podrían aumentar, lo que llevaría a una subida en los precios de la carne en los próximos meses.
Buenos Aires, 12 de septiembre (PR/24).- Tomando como referencia el precio de 18 cortes(1), en julio de este año la carne vacuna promedió $7.445 por kilo al consumidor. Si se compara este precio con el de antes de comenzar el año (diciembre 2023), la carne vacuna se abarató un 16% en términos reales desde aquel entonces.
Esta caída disminuyó la incidencia del precio de la carne en el índice general de los precios al consumidor y ha contribuido al retroceso de la inflación que se viene observando en este 2024. Considerando la participación con que aparece la carne vacuna en las canastas de consumo que habitualmente monitorean los organismos estadísticos cuando elaboran los índices de precios (5-6%), se estima que la carne pasó de aportar 2,2 puntos porcentuales a la inflación de diciembre 2023 a aportar solo 0,11 puntos a la inflación de julio 2024.
Ahora bien, la estimación anterior simplifica una realidad heterogénea. En la práctica, la participación de la carne bovina en los gastos familiares del mes no es fija, depende fundamentalmente del nivel de ingresos y los precios relativos que se enfrentan. En relación a esto, durante el primer semestre del año, en un contexto de fuerte caída de la actividad y bajo poder de compra de los ingresos, el consumo aparente de carne vacuna (producción menos exportaciones) cayó 20% interanual y se posicionó en mínimos históricos.
Ocurre que en coyunturas de este tipo las familias recurren a otras opciones más económicas como el pollo o el cerdo para salvaguardar sus ingresos. Más aún si se tiene en cuenta que, a pesar de la “merma” de los últimos meses, la carne vacuna no se encuentra “barata” en relación al pasado: el precio de julio quedó prácticamente al mismo nivel que su media 2007 – 2023 (en términos reales), pero el promedio de enero – julio se posicionó 6% por encima de dicha referencia y con un kilo de carne vacuna pudieron comprarse, alternativamente, casi 3 kilos de pollo o 1 kilo y medio de cerdo.
De cara a lo que viene el gran interrogante es qué sucederá con el precio de la carne durante los próximos meses; si tiene margen para seguir bajando y contribuyendo a la desaceleración general de los precios, o si, por el contrario, a partir de ahora comenzará a valorizarse.
Por el lado de la demanda, si la actividad económica comienza a repuntar, como se espera que suceda hacia fines de año, las familias deberían ir retornando a sus patrones de consumo habituales pujando por una mayor participación de la carne vacuna en sus canastas (que hoy está en pisos) y el factor bajista que implica la sustitución por otras carnes en el mostrador tendería a atenuarse.
Por el lado de la oferta, la producción de carne cayó casi 9% interanual durante los primeros siete meses del año y la hacienda que típicamente abastece al mercado interno se valorizó casi proporcional (vaquillonas y novillitos subieron 7-8% real i.a en Cañuelas). Este año la faena (y por ende la producción de carne) cerrará sin dudas por debajo del año anterior que fue récord. Si a esto se le suma que estacionalmente la hacienda en pie (principal costo en la producción de carne) tiende a corregir para arriba en los últimos trimestres, y que podría comenzar a arbitrar un mayor precio para la exportación debido a la reciente reducción de aranceles sobre los productos y subproductos cárnicos, las presiones para los precios en mostrador también serían al alza por el lado de la oferta durante los próximos meses.
(1) En base al relevamiento de precios que realiza el IPCVA.
Por Fausto Spotorno* quien explica en Newsweek Argentina en qué consiste el programa “de transición” que lleva adelante el Gobierno.
Buenos Aires, jueves 5 septiembre (PR/24) — El nuevo gobierno del presidente Javier Milei se planteó un programa económico que conduzca hacia una reforma completa de la economía Argentina. Durante la campaña política, claramente planteó la necesidad de modificar el funcionamiento económico argentino desde la raíz. Pero en la puesta en práctica de esta decisión se encontró con algunos problemas muy serios heredados de gestiones anteriores, que podrían haber hecho estallar la inflación y destruir la actividad económica. Como consecuencia de ello, el Gobierno se vio obligado a plantear un programa económico de ordenamiento macroeconómico de transición, que no está exento de riesgos y de dificultades en un escenario global que no ayuda demasiado.
La gran pregunta hoy en el mercado es si este programa de transición va ser finalmente ejecutado durante 2024 o sí todavía habrá que seguir esperando al año que viene.
EL ESCENARIO GLOBAL
El contexto internacional se está deteriorando de la mano de un incremento del temor a que una recesión global se materialice en el corto plazo. Esto ha desencadenado una fuerte corrección del precio de los activos en los primeros días de agosto. Si bien la situación no pasó a mayores y los mercados se recuperaron rápidamente, no puede obviarse la señal de alerta que significó este evento. Actualmente, el mercado está expectante frente a los movimientos de la FED, y se espera que prontamente inicie un proceso de baja de tasas de interés, aunque el timing de este proceso es bastante incierto.
En efecto, los primeros días de agosto fueron sumamente volátiles, con los mercados americanos cayendo 8% desde el máximo alcanzado a mediados de julio, y con la tasa del bono a 10 años ubicándose por debajo del 4%, lo que refleja una clara dinámica de flight to quality. Esto significa que los inversores se están yendo de los activos de mayor riesgo hacia activos menos riesgosos.
Esta situación fue particularmente llamativa en los mercados asiáticos, donde observamos las correcciones diarias más bruscas en casi 40 años, con el Nikkei perdiendo casi 20% en solo dos ruedas.
Desde el punto de vista coyuntural, hay dos datos que pueden considerarse como disparadores. Por un lado, debemos mencionar el incremento de la tasa de interés por parte del Banco Central de Japón, que magnificó el desarme de posiciones de carry trade. Dado que la tasa de interés era sumamente baja en comparación con otras economías avanzadas, los mercados se fondeaban en yenes para comprar otro tipo de activos, como títulos americanos de corto plazo.
El segundo evento, y a nuestro entender el más relevante, fue el relativo al desempeño del mercado laboral americano, en donde la creación de empleo no agrícola de julio fue de tan solo 114.000 puestos, el registro más bajo desde principios de 2021, ubicándose además por debajo del valor esperado (+175.000). Con estas cifras, la tasa de desempleo subió a 4,3%, trepando 0,2 p.p. respecto al mes anterior, y ello disparó los temores a una recesión en el corto plazo en la economía americana, lo que redujo fuertemente las expectativas de bajas de tasas.
Ahora bien, ¿tienen fundamentos estos temores?
Hoy el mercado le asigna una probabilidad de más del 50% a que la economía norteamericana pueda entrar en recesión en los próximos 12 meses. Esto se estima a partir de los spreads de tasas de interés, entre la tasa a 10 años y tasa a 90 días.
La intuición de por qué es un predictor de una recesión es simple, y radica en que una tasa de interés de corto plazo elevada significa cierto temor a la inflación; y si la tasa de interés de largo plazo es más baja es porque el mercado espera que las tasas bajen como consecuencia de una recesión o de una deflación.
Sin embargo, este indicador tiene algunos reparos teóricos, dado que históricamente hubo varios episodios en los que la curva se invirtió y la recesión no llegó; aún así es de mucha utilidad para entender donde está el “humor” del mercado.
Si bien los datos del mercado laboral no fueron buenos, el ritmo de creación de empleo de los últimos meses está alineado con el promedio de los años posteriores a la crisis financiera, y por el momento los indicadores de actividad económica siguen siendo relativamente sólidos. Indicadores líderes como la evolución de las ventas minoristas han dado mejor a lo esperado (creciendo 1% anual en términos reales en julio), y las estimaciones de la FED de Chicago indican que con la información disponible la economía agregada está creciendo apenas por debajo de su tendencia (-0,3%).
Este hecho, sumado a que la trayectoria de la inflación está mostrando cierta persistencia próxima a una cifra anualizada del 3%, provoca muchos cambios en las expectativas sobre la tasa de interés.
Esto no es algo menor, porquela política monetaria actúa a través de los mercados, por lo que su “percepción” no debe subestimarse. Sin embargo, tampoco es óptimo que la FED siga al mercado, fijando las tasas de acuerdo a las tasas implícitas en los bonos; si bien esto evitaría sorpresas financieras, las cuales generan volatilidad, la percepción del mercado también es sumamente volátil (el horizonte temporal del mercado es distinto al de la FED), por lo que la política monetaria suele descansar en variables más fundamentales.
De cualquier forma, como señalaba, es claro que en estas últimas semanas el contexto internacional se ha deteriorado. Actualmente nos encontramos es un momento crítico en el que la política monetaria de la FED será puesta a prueba, y el mercado inevitablemente se verá afectado. Sobre ello, debemos sumar que la incertidumbre política va en ascenso, puesto que ni Trump ni Kamala Harris logran despegarse en las encuestas, aunque ningún candidato tiene un perfil austero.
Desde el punto de vista de los países emergentes, se debe sumar la caída de los precios de los commodities. Si bien el índice general subió 2,6% (excluyendo al oro) en lo que va de 2024, el precio de los alimentos cayó 3,3%, con productos como la soja bajando casi 13%. Desde luego, el impacto local de esto es negativo, porque la disponibilidad de divisas es crucial para entender la macroeconomía de corto plazo.
EL PLAN DE TRANSICIÓN ACTUAL
Cuando asumió el Gobierno se encontró con una situación económica bastante comprometida. La inflación mensual estaba corriendo arriba del 20% -y eso que las tarifas de servicios públicos estaban completamente retrasadas-, la recesión ya llevaba 1 año de duración (interrumpida por un boom de demanda en el tercer trimestre), las reservas netas eran negativas en US$10.000 millones, el déficit fiscal terminó cerró en 5,9% del PBI el 2023, la tasa de interés de corto plazo estaba arriba del 100% anual y, como consecuencia, el déficit de la autoridad monetaria llegaba al 10% PIB. Todo un combo que no presagiaba nada bueno. De seguir por ese camino la hiperinflación era inevitable.
En ese contexto, se estableció un programa económico que, según el Gobierno, tenía al menos tres fases.
La primera fase era el programa de ajuste fiscal, cuyo objetivo principal era la eliminación del déficit fiscal lo más rápido posible. Así es como en el primer semestre el Gobierno terminó teniendo un superávit primario de 1,2% del PBI y un superávit financiero de 0,4% del PIB.
Este proceso permitió reducir significativamente las necesidades de financiamiento del fisco, y eliminar la emisión monetaria necesaria para financiar el déficit fiscal. Esto permitió bajar la inflación prácticamente del 25% mensual al 4% que estamos viendo los últimos meses, y también reducir la tasa de interés que pagaba la deuda del Banco Central, lo que permitió recortar el déficit quasi fiscal, que es como se le dice a las pérdidas del Banco Central.
Pueden incluirse dentro de esta fase las medidas iniciales que atendieron a secar la plaza de pesos para frenar la escalada inflacionaria y del tipo de cambio que se dio a principio de año. Para esose colocaron títulos en dólares destinados a reducir la presión que generaba sobre el mercado cambiario la deuda comercial generada durante los últimos años para cubrir las importaciones necesarias. Estos bonos (Bopreales) tenían además la ventaja de absorber una buena cantidad de pesos que, de otra manera, hubieran presionado sobre el tipo de cambio y la inflación.
Naturalmente, esto fue una medida de emergencia destinada a frenar un proceso que en diciembre y enero de este año parecía que podía salirse de control. Pero, debido a esto, hoy el Banco Central se encuentra con una deuda del orden de los US$ 10.000 millones que deberá pagar a lo largo de los próximos tres años, empezando ahora.
Esto puede ser un problema para el futuro si el Gobierno no logra ingresar a los mercados financieros internacionales como para renovar esta deuda o conseguir algún ingreso de capitales que permita acumular reservas para hacerle frente. Por eso, se entiende esta decisión como un instrumento destinado a frenar un proceso que se había comenzado a espiritualizar a finales del año pasado. Podríamos decir que esta fase terminó con la Ley de Bases y el Paquete Fiscal; con ello, el Gobierno logró mejorar las perspectivas de los ingresos fiscales (principal ancla del programa), reforzando la idea de que el ajuste fiscal es sostenible.
En la segunda fase, según el Gobierno, se estableció un nuevo marco monetario, que tiene como eje principal el reemplazo definitivo de los pasivos remunerados, para finalizar con la limpieza de la hoja de balance del BCRA, y así recuperar a la política monetaria como una herramienta plena en la batalla contra la inflación.
Concretamente, el instrumento que utilizarán los bancos para colocar sus excedentes de liquidez será una Letra Fiscal de Liquidez (LeFi), la cual será emitida por el Tesoro, quien se hará cargo de los intereses. Las LeFi tendrán liquidez y devengarán intereses diariamente, aunque el mismo será capitalizable. Esto indica que no se computarán los intereses en el resultado fiscal base caja, ya que el Tesoro deberá pagarlos recién al vencimiento (salvo que luego se emitan nuevas LeFi para pagar los vencimientos de las LeFi anteriores, en cuyo caso no implicarían un pago por parte del Tesoro). El vencimiento de estas letras, por su parte, tendrá un plazo máximo de un año, por lo que el impacto en términos del déficit financiero en 2024 será menor.
La tasa de interés de las LeFi es la tasa de política monetaria (determinada por el BCRA). Sin embargo, debido a que están exentas de IIBB, estas letras implican un aumento de la tasa de interés efectiva para los bancos, lo cual trata de corregir la ultima gran baja de tasas que provocó cierta rispidez en el mercado de cambios a finales de mayo.
Si bien a nivel consolidado la situación de deuda no cambia, elimina la emisión monetaria del BCRA para pagar los intereses de los pases, el cual ha sido el principal factor de emisión monetaria en lo que va del año, generando una expansión de la base monetaria de $ 10,7 billones. Ahora el tesoro deberá hacerse cargo de los intereses de estas letras, lo cual implica mantener el la presión sobre la austeridad fiscal.
Pero además de las LeFi, el Gobierno ya había estado colocando letras del Tesoro (Lecaps) para hacerse cargo de los pases del Banco Central. Lo obtenido de la colocación de Lecaps en el mercado financiero se terminó depositando en el Banco Central de manera de garantizar las nuevas LeFi. De esta manera, el Gobierno pretende crear un mecanismo por el cual la única fuente de emisión monetaria sea la demanda de efectivo que puedan tener los bancos.
La hipótesis es la siguiente: si aumenta la demanda de base monetaria, la gente va a obtener ese dinero de sus depósitos en el sistema bancario. Cuando esto suceda, los bancos conseguirán los pesos necesarios para abastecer esta demanda de la venta del LeFi al Banco Central. Para pagarlas se usarán los depósitos del Gobierno en la entidad, lo que naturalmente implicará un incremento de la base monetaria y una reducción de esos depósitos en el BCRA. La hipótesis es que dicha emisión monetaria sólo se producirá si hay una demanda de dinero del otro lado ,y por eso es que no generaría inflación.
Esta hipótesis es bastante razonable, pero en la condición de la economíaArgentina no está exenta de riesgos si llegase a observarse una fuerte pérdida de credibilidad o una recomposición de cartera del sistema bancario no del todo compensada por la tasa de interés. Sin embargo, creemos que estos riesgos por ahora no parecen ser demasiado grandes y parecen controlables.
Lo que sí es importante destacar es que esta segunda fase no podría llevarse a cabo así como la planteó el Gobierno sin que primero se ejecute un ajuste fiscal. Porque, claramente, para que el Estado se hiciera cargo de la deuda del Banco Central era necesario primero ordenar el balance del Tesoro.
Aunque el Gobierno hizo avances muy importantes en materia fiscal y monetaria, todavía no hemos visto que se hayan levantado los controles que pesan sobre el dólar financiero, y desconocemos cuál será la estrategia para levantar el cepo de manera definitiva. Con un tipo de cambio real que tiende a apreciarse, un contexto internacional desfavorable y una posición de reservas debilitada, la intuición indica que no es posible sostener indefinidamente la política cambiaria actual.
Así entramos en la esperada Fase 3, que es la unificación cambiaria. Esta etapa es bastante definitiva, porque la unificación cambiaria realmente implica la apertura del mercado de capitales; el cese del control del tipo de cambio por parte del Estado para dejarlo en manos del mercado; y sería uno de los mayores pasos hacia la normalización de la economía. Pero también supone un gran riesgo: tantos años de control de cambios hacen difícil saber hacia dónde se va a dirigir el flujo de capitales una vez que se unifique el mercado de divisas.
Según el Gobierno, cumplidas la fase 1 y 2 de este programa de transición, lo que falta para que esté en las condiciones necesarias para salir del cepo o unificar el mercado de cambios sería que la inflación baje más acercándose a la tasa de devaluación del tipo de cambio oficial. El gobierno ha dicho varias veces que no pretende evaluar y que espera que el tipo de cambio libre converja con el tipo de cambio oficial para salir del cepo cambiario de la forma más suave posible.
Sinceramente, esto parece difícil hoy en día con una inflación que se está estabilizando en el orden del 4% mensual, casi el doble de la devaluación mensual del tipo de cambio oficial, con reservas netas que son aún negativas y con una brecha cambiaria que ronda el 40%. Pero el Gobierno espera que en la medida que se vaya levantando elImpuesto País y comiencen a ingresar dólares del blanqueo de capitales, puedan mejorar estas condiciones.
La duda que surge es si estas condiciones son todo lo óptimas que espera el Gobierno. Si no es así, ¿cuál será la estrategia para salir del cepo? ¿Esperar a que sean óptimas o ver si se logra en el futuro, con todo el riesgo que eso conlleva?
Claramente, la unificación cambiaria y la salida del cepo tienen cierta dificultad. Si se tarda demasiado, se puede perder credibilidad y, con el tiempo, las condiciones irían empeorando. De hecho,a comienzos de 2025 el Gobierno debe enfrentar vencimientos de deuda pública externa que idealmente deberían renovarse, y para ello es mucho mejor no tener el cepo cambiario. Pero si se sale del cepo sin preparación y de forma atolondrada, nos podemos encontrar con una fuga de capitales que empujen hacia arriba la inflación y el tipo de cambio haciendo retroceder al Gobierno varios casilleros en lo logrado hasta ahora.
Esta es la fase más delicada de este programa económico, porque el Gobierno no tiene todas las palancas para controlar todas las variables, como sí las tenía en las dos fases anteriores (desde el punto de vista económico, no político). Justamente, el objetivo de esta fase es liberar los flujos de capitales y el mercado de cambios que son dos variables que dependen de factores externos.
Decimos que este es un programa de transición porque el objetivo primordial no es el crecimiento económico, sino preparar las condiciones iniciales para un programa que sí tenga como objetivo el crecimiento y desarrollo económico.
De hecho, si bien se observa un rebote de la actividad económica desde febrero y marzo, todavía es muy heterogéneo entre sectores y muy moderado. La recuperación del salario real se observa principalmente en el sector formal, y aún así podría decirse que casi toda esa mejora se está gastando en mantener el gasto en servicios básicos. La inversión no ha mejorado sustancialmente y, de hecho, viene cayendo.
Esperamos que el rebote de la economía se fortalezca hacia fin de año, pero es probable que la mayor parte de la recuperación se vea el año que viene, si es que se logra salir del cepo, se mantiene el equilibrio fiscal, se establece un esquema monetario sustentable y se continúa con el proceso desregulador y de reformas. Luego, la agenda del Gobierno debería centrarse en crear las condiciones para volver a crecer de verdad como no se ve desde hace una década, con una expansión de las inversiones y de las exportaciones, acceso a los mercado de capitales para el sector privado y una economía más integrada al mundo que permita mejorar empleo, salarios y reducir la pobreza.
(*) Director de OJF y la Escuela de Negocios de UADE
Este libro es el resultado de cuatro viajes de su autora, Matilde Fierro, a la parroquia de Medjugorje, en Bosnia Herzegovina, donde se aparece la Virgen María como la Reina de la Paz desde 1981.
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