Así podría ser la canonización de Carlo Acutis si el Papa Francisco lo autoriza

Así podría ser la canonización de Carlo Acutis si el Papa Francisco lo autoriza

El Beato Carlo Acutis y el Papa Francisco | Crédito: carloacutis.com / Vatican Media

En entrevista concedida al diario italiano Corriere della Sera, el cardenal explicó que en algunos casos particulares el Papa puede transferir algunas de sus potestades, como en la coyuntura actual con Francisco aún convaleciente tras haber salido del hospital Gemelli, donde estuvo internado 38 días por una neumonía bilateral.

“Por ejemplo, en el caso de las canonizaciones, es el Papa quien pronuncia la fórmula, pero esa también, si es necesario, puede ser delegada a un colaborador que la pronuncia en nombre del Pontífice”, dijo el purpurado italiano

La fórmula a la que se refiere el cardenal es el texto que lee el Papa durante el rito de canonización, cuando inscribe –con la autoridad de Cristo y los apóstoles San Pedro y San Pablo– a un beato en el libro o catálogo de los santos.

Al ser consultado sobre si la fórmula podría ser leída por el Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Cardenal Parolin respondió: “Sí, sólo si el Papa le da autorización para leer la fórmula en su nombre. En caso de que él no pueda en ese momento veremos qué solución se encuentra, dependerá también de cómo se sienta el Santo Padre en esos días”.

Aunque no mencionó explícitamente a Carlo Acutis o a Pier Giorgio Frassati, su canonización, el 27 de abril, es la más cercana del calendario en el Vaticano.

El Cardenal Parolin también precisó que el Consejo de Cardenales o C9, que asesora al Papa y del que hace parte, “no tiene ningún papel específico en esta situación”, es decir en la coyuntura actual del Santo Padre gobernando la Iglesia con las limitaciones físicas de su convalecencia.

“El Papa nunca dejó de gobernar la Iglesia, ni siquiera durante los días de su hospitalización en el Gemelli” a causa de la neumonía bilateral, subrayó el purpurado..

“Eso sí, como sabemos, tuvo que frenar su actividad diaria, ahora lo importante es que pueda descansar y recuperarse. Como dijeron los médicos, necesitará más o menos dos meses”, indicó.

A la pregunta sobre si algo cambia ahora, el Secretario de Estado del Vaticano dijo que “no hay ningún cambio en lo esencial. El Santo Padre necesita mantener la calma para no cansarse demasiado y se le presentan las cuestiones sobre las que él y sólo él puede y debe decidir. El gobierno de la Iglesia está en sus manos”.

Sin embargo, resaltó, “no todo tiene que pasar por el Papa. El Pontífice tiene sus colaboradores en la Curia, a quienes él mismo da las instrucciones a seguir y el poder de tomar también determinadas decisiones”.

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Fuente: ACI Prensa

Papa Francisco: La conversión y el perdón son caricias de Dios para enjugar toda lágrima

Papa Francisco: La conversión y el perdón son caricias de Dios para enjugar toda lágrima

Vaticano, domingo 30 marzo (PR/25) — El Papa Francisco agradeció a los sacerdotes misioneros de la misericordia por su labor y les señaló que la conversión y el perdón son dos caricias de Dios para enjugar toda lágrima.

Así lo indicó el Santo Padre en su mensaje a los misioneros de la Misericordia, que celebran su jubileo del 28 al 30 de marzo en el Vaticano.

Mons. Rino Fisichella, Pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, leyó el texto, según refiere Vatican News, al presidir este sábado el rezo del Rosario en la Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos.

“Les agradezco porque con su servicio dan testimonio del rostro paterno de Dios, infinitamente grande en el amor, que llama a todos a la conversión y nos renueva siempre con su perdón”, indicó el Papa Francisco en el texto difundido por la Oficina de Prensa del Vaticano.

“Conversión y perdón son las dos caricias con las que el Señor enjuga toda lágrima de nuestros ojos; son las manos con las que la Iglesia nos abraza a nosotros pecadores; son los pies sobre los que caminamos en nuestra peregrinación terrena. Jesús, el Salvador del mundo, nos abre el camino para recorrerlo juntos, siguiéndolo con la fuerza de su Espíritu de paz”.

Por ello, continuó Francisco, “los aliento en su ministerio de confesores, a estar atentos a escuchar, prontos a acoger y constantes en acompañar a quienes desean renovar la propia vida y retornan al Señor”.

De hecho, con su misericordia, “Dios nos transforma interiormente, cambia nuestro corazón: el perdón del Señor es fuente de esperanza, porque podemos contar siempre con Él, en cualquier situación. ¡Dios se hizo hombre para revelar al mundo que nunca nos abandona!”.

¿Quiénes son los misioneros de la misericordia?

Los misioneros de la misericordia son sacerdotes que tienen la facultad de perdonar ciertos pecados graves que, normalmente, están reservados sólo a la Santa Sede.

El Papa Francisco dispuso su misión en 2016, en el Año de la Misericordia. Entre los pecados que pueden perdonar están la ordenación no autorizada de un obispo (tanto el que ordena como el que es ordenado); profanación de la Eucaristía; violación del secreto de confesión por parte de un confesor; apostasía, herejía o cisma (rechazo o abandono de la fe católica) o conspiración o violencia contra el Papa.

Antes del 2016, para que un sacerdote fuera absuelto de estos pecados graves, debía iniciar un trámite con la Penitenciaría Apostólica, lo que podía tardar meses y comprometía su confidencialidad.

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Fuente: ACI Prensa

Hoy se celebra a San Juan Clímaco, el monje que nos enseña cómo subir al cielo

Hoy se celebra a San Juan Clímaco, el monje que nos enseña cómo subir al cielo

Para alcanzar el cielo

Aunque a San Juan Clímaco se le conoce también como Juan el Escolástico o Juan el Sinaíta, el nombre con el que más se le recuerda en la cultura popular cristiana es el de ‘Clímaco’ en alusión directa a su famosa obra (‘Escala del paraíso’). El nombre ‘Clímaco’ es la transliteración del griego ‘Klímakos’, ‘escalera’ o, literalmente, ‘de la escala’; de ahí que algunos lo llamen ‘Juan de la escalera’.

Hoy, la más famosa obra de San Juan se divulga en español con títulos menos literales, pero que igual facilitan una primera aproximación al sentido del texto, tales como ‘Escalera espiritual’, ‘Escala espiritual’ o ‘La santa escala’.

En ella se distinguen tres fases sucesivas que debe recorrer el alma para alcanzar la perfección en el amor (beatitud): la primera es la ruptura con el mundo con el fin de volver al estado de infancia evangélica; la segunda está constituida por el combate espiritual contra las pasiones; y la tercera consiste en el estado de perfección cristiana.

Se trata, en consecuencia, de un camino ascendente, paulatino, cuyo único propósito es la perfección de la caridad, que se alcanza en el encuentro pleno y eterno con Dios.

Se cree que Juan nació en Palestina hacia el año 575. No hay muchos detalles sobre su infancia y juventud; tampoco se ha podido establecer una cronología segura sobre su vida. Sin embargo, en líneas generales, se sabe que vivió en Bizancio, capital del Imperio romano de Oriente, en momentos en que se encontraba en franca decadencia a causa de las invasiones bárbaras y la consiguiente pérdida de territorios.

Desde muy joven se formó leyendo a San Gregorio Nacianceno y a San Basilio. A los 16 años decidió ser monje y partió hacia el Monte Sinaí (Egipto), donde se ubicaba uno de los monasterios más influyentes de la cristiandad.

Según los escritos del monje Daniel de Raito, condensados en una “Vida” (biografía) de Clímaco, el santo tuvo como maestro al abad Martirio, cabeza del monasterio del Monte Sinaí, y después de cuatro años de preparación con este, fue admitido de manera definitiva.

Dios está en el silencio

Al cumplir veinte años empezó un nuevo tipo de vida, más retirada y silenciosa. Fue el inicio de su etapa como eremita. Se mudó a una gruta ubicada a los pies de una montaña, ubicada a ocho kilómetros del hoy monasterio de Santa Catalina (Monte Sinaí).

Desde entonces se dedicó, a lo largo de cuarenta años, a la lectura y meditación de la Biblia, a la oración constante y al trabajo manual. Así se convirtió en uno de los más grandes conocedores de la Sagrada Escritura y una de las almas más sabias de Oriente, a quien acudían innumerables personas en busca de consejo.

En el epílogo de su vida fue elegido abad del monasterio del Monte Sinaí por los monjes que lo habitaban. En esos años se dedicó a redactar diversos textos, entre los que precisamente se encuentra la “Escalera santa”, pensando en lo que debía ser la vida de todo monje en búsqueda de la perfección en el amor.

San Juan Clímaco murió cerca del año 650.

Si quieres conocer más sobre este insigne maestro espiritual y su obra, te recomendamos leer este artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/San_Juan_Clímaco

Para descargar ‘La santa escala’ (Libro en pdf): https://www.aciprensa.com/Docum/La%20_Santa_Escala.pdf

Más información:

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Fuente: ACI Prensa

“Este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”

“Este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”

LECTURA DEL DÍA

Primera lectura

Lectura del Libro de Josué

Josué 5, 9a. 10-12

En aquellos días, el Señor dijo a Josué: “Hoy he quitado de encima de ustedes el oprobio de Egipto”.

Los israelitas acamparon en Guilgal, donde celebraron la Pascua, al atardecer del día catorce del mes, en la llanura desértica de Jericó. El día siguiente a la Pascua, comieron del fruto de la tierra, panes ázimos y granos de trigo tostados. A partir de aquel día, cesó el maná. Los israelitas ya no volvieron a tener maná, y desde aquel año comieron de los frutos que producía la tierra de Canaán.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5

2 Corintios 5, 17-21

Hermanos: El que vive según Cristo es una creatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo.

Todo esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y que nos confirió el ministerio de la reconciliación. Porque, efectivamente, en Cristo, Dios reconcilió al mundo consigo y renunció a tomar en cuenta los pecados de los hombres, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es  Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios.

Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo “pecado” por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos.

EVANGELIO DEL DÍA

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.

Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.

Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.

Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.

El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: ‘Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.

El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’ ”.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Es importante esta enseñanza de Jesús: nuestra condición de hijos de Dios es fruto del amor del corazón del Padre; no depende de nuestros méritos o de nuestras acciones, y, por lo tanto, nadie nos la puede quitar, ni siquiera el diablo. Nadie puede quitarnos esta dignidad. Esta palabra de Jesús nos alienta a no desesperar jamás. Pienso en las madres y en los padres preocupados cuando ven a los hijos alejarse siguiendo caminos peligrosos. Pienso en los párrocos y catequistas que a veces se preguntan si su trabajo ha sido en vano. Pero pienso también en quien se encuentra en la cárcel, y le parece que su vida se haya acabado; en quienes han hecho elecciones equivocadas y no logran mirar hacia el futuro; en todos aquellos que tienen hambre de misericordia y de perdón y creen no merecerlo… En cualquier situación de la vida, no debo olvidar que no dejaré nunca de ser hijo de Dios, ser hijo de un Padre que me ama y espera mi regreso. Incluso en la situación más fea de la vida, Dios me espera, Dios quiere abrazarme, Dios me espera. (Audiencia general, 11 de mayo de 2016)

Vatican News

Hoy celebramos a los santos Jonás y Baraquicio, testigos de Cristo, el ‘Rey de reyes’

Hoy celebramos a los santos Jonás y Baraquicio, testigos de Cristo, el ‘Rey de reyes’

El aliento de los mártires

En el decimoctavo año de reinado de Sapor II, rey de Persia, se inició una cruel persecución contra los cristianos en Oriente. Por órdenes reales, monasterios y templos fueron arrasados o quemados, mientras que cualquier cristiano que profesara su fe en público estaba bajo amenaza.

Sucedió que un grupo de cristianos fue capturado y condenado a muerte. Entonces, mientras permanecían en las mazmorras esperando el momento final, dos valientes monjes provenientes de Beth-Iasa se acercaron al lugar para darles agua y comida.

Luego, cuando los prisioneros fueron conducidos al lugar donde serían torturados, los monjes los siguieron, y los alentaron con oraciones y arengas mientras sufrían los castigos. Ese día ninguno de los condenados a muerte abdicó de su fe. Aquellos monjes eran los hermanos Jonás y Baraquicio.

Sólo hay un ‘Rey de reyes’

Cuando todo hubo concluido, un grupo de soldados persas se abalanzó contra los hermanos y los hicieron prisioneros. Entonces, el encargado de presidir la masacre los instó a que adoraran al sol, la luna, la tierra y al agua.

Les pidió, además, que rindieran pleitesía al ‘rey de reyes’, refiriéndose a Sapor, a lo que los monjes respondieron con una negativa, porque para ellos el único rey de reyes era Cristo, quien, a diferencia de Sapor, no morirá jamás.

Esto fue motivo de escándalo entre los jueces persas, quienes llamaban a Sapor ‘inmortal’. En represalia, Baraquicio fue arrojado a un estrecho calabozo, mientras que Jonás fue azotado y luego arrojado a un estanque de agua helada.

Ambos pasaron la noche en esas condiciones, para después ser sometidos a un juego cruel, bastante común entre los sayones (verdugos). Como los hermanos habían sido separados, los sayones empezaron a “jugar” cruelmente con ellos.

A Baraquicio le dijeron que Jonás había renegado de Cristo con el propósito de que se rindiera. El monje no hizo caso a tales mentiras y se reafirmó en su fe. Acto seguido, por haber reaccionado así, los jueces determinaron que sea apaleado con varas de ganado, igual que su hermano Jonás.

Persia, tierra de mártires

Finalmente, Jonás terminó aplastado por una prensa para la vid, y a Baraquicio le vertieron pez caliente y plomo por la boca. Un hombre llamado Abdisotas rescató ambos cuerpos pagando quinientos daries (la moneda persa de ese entonces) a la soldadesca. Luego, les dio a los hermanos cristiana sepultura.

La impresionante historia de Jonás y Baraquicio, así como la de los otros mártires de Persia, aconteció en tiempos en los que en Occidente ya estaba vigente el Edicto de Milán, y las persecuciones se habían detenido. En Oriente, sin embargo, la situación era muy distinta.

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Fuente: ACI Prensa

“¡Oh, Dios!, ten compasión”

“¡Oh, Dios!, ten compasión”

Primera lectura

Lectura de la profecía de Oseas 6, 1-6

 

Vamos, volvamos al Señor.

Porque él ha desgarrado,
y él nos curará;
él nos ha golpeado,
y él nos vendará.

En dos días nos volverá a la vida
y al tercero nos hará resurgir;
viviremos en su presencia
y comprenderemos.

Procuremos conocer al Señor.
Su manifestación es segura como la aurora.

Vendrá como la lluvia,
como la lluvia de primavera
que empapa la tierra».

¿Qué haré de ti, Efraín,
qué haré de ti, Judá?

Vuestro amor es como nube mañanera,
como el rocío que al alba desaparece.

Sobre una roca tallé mis mandamientos;
los castigué por medio de los profetas
con las palabras de mi boca.

Mi juicio se manifestará como la luz.

Quiero misericordia y no sacrificio,
conocimiento de Dios, más que holocaustos.

 

Salmo de hoy

Salmo 50, 3-4. 18-19. 20-21ab R/. Quiero misericordia, y no sacrificio

 

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R/.

 

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14

 

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

“Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.

El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”.

Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

 

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

La cuaresma va avanzando y nosotros deseamos también avanzar en nuestro particular camino de conversión. Tal vez para ello nos ayuden la lecturas de este tercer sábado.

2.1.2.

No, esto no es ninguna clave, es sólo algo para que recordemos el evangelio del día.

2. “Dos hombres subieron al Templo”.

1. “para orar” 1 misma acción

2. con 2 formas de hacer:

“El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano”

“el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.”

Podríamos preguntarnos ¿Qué motiva a los hombres a actuar de un modo u otro? Se podría decir muchas cosas, pero si miramos todas las lecturas de hoy en su conjunto, podríamos decir que, tal vez, unos se han tomado en serio las palabras del profeta Oseas que acabamos de escuchar: “esforzaos por conocer al Señor” y otros no. Por otro lado, se ha llegado a comprender ese “misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos”

El fariseo de la parábola presumía de sus sacrificios, el publicano, en cambio, implora la misericordia de Dios.

El fariseo vivía muy bien su religiosidad, ayunaba, daba limosna, oraba, lo mismo que nosotros en cuaresma. Y así se nos recordaba al inicio de la misma, con una salvedad, hacerlo todo en lo oculto, que es donde Dios ve.

Deberemos examinarnos y ver hasta qué punto con ello nos sentimos justificados ante Dios y mejores que los otros; porque para el Señor, como se nos indica al final de este Evangelio, fue justificado el publicano que se golpeaba el pecho, reconocía su culpa y confiaba en la misericordia.

Ojalá nosotros sigamos los pasos de este publicano en su oración y al menos en la nuestra repitamos incesantemente su súplica: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”