Un equipo de especialistas del INTA avanza en el desarrollo de microinjertos ‘in vitro’, una técnica que combina herramientas del injerto tradicional y el cultivo de tejidos vegetales para asegurar la multiplicación de uno de los árboles más emblemáticos de los ecosistemas del Gran Chaco y el Espinal.
Buenos Aires, miércoles 26 noviembre (PR/25) — En estos ecosistemas, el algarrobo blanco (Neltuma alba) es una especie clave, tanto por su función ecológica como por su valor económico y cultural.
Provee madera, frutos y sombra, y constituye un elemento estructural esencial de los bosques nativos. Sin embargo, la deforestación y la sobreexplotación redujeron drásticamente sus poblaciones naturales y dificultan su regeneración.
Frente a este panorama, la biotecnología se presenta como una herramienta estratégica para conservar y propagar la especie. Entre las técnicas más innovadoras se encuentra el microinjerto in vitro, que integra principios del injerto tradicional con el cultivo de tejidos vegetales en condiciones de laboratorio.
“El procedimiento consiste en utilizar plántulas jóvenes de apenas 12 días como portainjertos, sobre las cuales se colocan pequeñas yemas laterales recolectadas de ramas de árboles adultos”, explicó Edgardo Carloni, especialista del Instituto de Fisiología y Recursos Genéticos Vegetales (IFRGV) del INTA, y agregó: “En condiciones controladas de cultivo, estas estructuras se unen y comienzan a interactuar fisiológicamente, dando origen a nuevas plantas”.
El éxito del microinjerto depende de varios factores biológicos. El equipo del IFRGV determinó que la estación del año, el tipo de portainjerto y el uso de reguladores de crecimiento son determinantes para optimizar los resultados.
“Realizar los microinjertos en primavera triplica la probabilidad de brotación respecto al verano”, ejemplificó Carloni. Además, las plántulas cultivadas en oscuridad, utilizadas como portainjertos y conocidas como “etioladas” duplican la tasa de éxito frente a plántulas no etioladas. El uso de reguladores de crecimiento como el ácido indol-3-butírico (IBA) también aumenta significativamente la supervivencia de las plántulas durante la aclimatación.
Una alternativa con futuro
Los avances en microinjertación in vitro consolidan esta técnica como una alternativa prometedora para complementar los métodos tradicionales de propagación vegetativa del algarrobo blanco. Al garantizar la multiplicación de ejemplares adultos, se preservan los recursos genéticos de una especie clave para el equilibrio de los ecosistemas y con un fuerte arraigo cultural y productivo en el norte argentino.
“En un contexto de presión creciente sobre los bosques nativos, estas herramientas biotecnológicas ofrecen soluciones concretas para la recuperación de especies estratégicas para el territorio”, destacó Carloni.
Más de 3.500 corredores de 40 países disfrutaron de la mejor carne del mundo.
Buenos Aires, miércoles 26 noviembre (PR/25) — Carne Argentina fue el combustible oficial de una de las carreras de ultra trail más importantes del mundo. Se llevó a cabo en San Carlos de Bariloche entre el martes 18 y el sábado 22 de noviembre.
Florencia Madero, representante de UTMB Argentina, destacó “Tuvimos 3.500 corredores y todos, sin importar la hora de llegada, recibían una hamburguesa de carne argentina. Es muy importante mostrar no solo la calidad del producto, sino también la cultura que se genera alrededor de la carne y compartirla con los participantes, de los cuales cerca del 30% son extranjeros”.
Por su parte, Alejandro Ochoa, Director de UTMB LATAM, enfatizó “Esta es una carrera muy especial, muy argentina, y no podía faltar la oportunidad de probar nuestra carne, que es espléndida. Para un corredor, terminar la prueba y degustar este alimento convierte la experiencia deportiva en una vivencia cultural. No es común ofrecer algo así en carrera, lo cual lo hace atractivo y diferente”.
Desde el aspecto nutricional, el médico de la competencia, Maximiliano Kunz, explicó “La carne vacuna es un alimento muy nutritivo para los corredores de trail. Su alto valor proteico y la presencia de aminoácidos esenciales contribuyen a la recuperación muscular y brindan el sostén que el cuerpo necesita en estas travesías de montaña”.
Rafael Miranda, Director de UTMB Brasil, también subrayó el impacto positivo “La carne tiene muchos beneficios para los corredores. Ojalá pudiéramos ofrecer algo así a todos los brasileños. Tener este producto en la meta es increíble”.
El evento marcó la cuarta participación de la Argentina en la Serie Mundial de Ultra Trail du Mont Blanc (UTMB) y la primera vez en la ciudad rionegrina.
Los participantes desafiaron seis distancias: 130K, 80K, 55K, 33K, 22K y 12K y, al cruzar la meta, fueron recibidos con una hamburguesa elaborada en el food truck de Carne Argentina. En el área de recuperación los aguardaban costillares a la llama, sándwiches de picaña y colita de cuadril, ideales para reponer energías luego del esfuerzo.
Para el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el segmento deportivo —y especialmente el mundo del trail— es un espacio clave para promover el consumo de carne como proteína de alto valor biológico, fundamental para la regeneración muscular y un estilo de vida saludable.
La entidad elegirá nuevas autoridades este jueves en medio de disputas entre el oficialismo y una oposición que reclama recuperar el “poder de lobby”
Edificio de la Bolsa de Comercio de Rosario, que aglutina a entidades y de las cadenas agrícola, ganadera y del sector bursátil, y que tendrá elecciones este jueves
Buenos Aires, martes 25 noviembre (PR/25) — La Bolsa de Comercio de Rosario, una de las entidades más importantes del país, concurrirá a elecciones internas este jueves, por tercera vez en 141 años de historia sin lista de unidad, en el marco de disputas internas entre el oficialismo y una oposición que reclama recuperar el “poder de lobby” de la institución.
Pablo Bortolato, vicepresidente del Mercado Argentino de Valores (MAV), encabeza la lista respaldada por el oficialismo del actual presidente de la BCR, Miguel Simioni, mientras que la oposición estará encabezada por Víctor Cabanellas secundado por Soledad Aramendi, presidenta de la Sociedad Rural de Rosario.
Aramendi dejó al descubierto parte de la lucha interna en la BCR, ya que, según supo la Agencia Noticias Argentinas, expresó en varias oportunidades que la entidad necesita «tener una institución a la altura de las circunstancias, una Bolsa lobbista que tenga sus comisiones técnicas, y que después ese material se utilice para resolver los problemas y transformar una gestión».
Muchos dirigentes interpretan la presencia de la Sociedad Rural de Rosario en la lista opositora como un avance de los dirigentes del campo sobre otros sectores con preponderancia hasta ahora, como el bursátil que representa Bortolato.
La BCR aglutina a entidades y dirigentes de las cadenas agrícolas, ganaderas y del sector bursátil, y en su lucha interna se mezclan en esta oportunidad intereses cruzados y diferencias que vienen desde la crisis del gigante Vicentín.
Luego de concluir de forma infructuosa las negociaciones para una lista de unidad, Bortolato alineó detrás de su postulación a la actual conducción y anuncia la continuidad de la gestión que inició Simioni, quien asumió en la institución con una imagen deteriorada por la caída de Vicentín y por la Causa de los Cuadernos que involucra a algunos empresarios del sector.
Bortolato afirmó recientemente que impulsará «una Bolsa de puertas abiertas” porque considera que existe “una relación con las entidades que tiene que seguir así», mientras que otros miembros del oficialismo confían en mantener la armonía con el Estado en sus distintos niveles, tanto provinciales como nacionales.
Agenda económica: calendario del INDEC y la evolución del dólar
Respecto de la relación con el Gobierno nacional, la gestión de Simioni asegura que existe una línea directa con el equipo económico, que se mantendrá en el caso de que triunfe la lista oficialista de Bortolato.
Desde la oposición que lidera Cabanellas hay, en cambio, objeciones a la poca injerencia de la BCR en políticas estratégicas del estado, y como ejemplo se menciona la licitación de la Hidrovía, en la que, dicen, la actual conducción no tuvo participación por falta de “poder de lobby” y desconexiones con el Gobierno nacional.tQJ7Vg
La lista opositora deja trascender que son optimistas de cara al resultado de la elección del jueves y señalan que puede pasar algo similar a las elecciones nacionales del 26 de octubre, cuando nadie esperaba el resultado que obtuvo La libertad Avanza.
Luego de años de lista de unidad, la incógnita es saber cómo quedarán las relaciones internas de la entidad de cara al futuro, y de forma independiente a quien logre el triunfo.
Desde su fundación a finales de la década de 1970, Laboratorios König ha trazado una trayectoria de innovación, crecimiento y compromiso con la salud animal.
Lo que comenzó como la visión de un apasionado médico veterinario, el Dr. Humberto Taroni, se ha transformado en un referente indiscutido de la industria farmacéutica veterinaria, consolidando su liderazgo en Argentina y expandiendo su influencia a nivel mundial.
Buenos Aires, martes 25 noviembre (PR/25) – – La historia de König es la de una empresa familiar que, impulsada por la pasión por la ciencia y el cuidado animal, ha sabido combinar la tradición con la vanguardia tecnológica.
Fundada por el Dr. Humberto Taroni, en una pequeña propiedad en Avellaneda (Buenos Aires), la compañía ha experimentado una expansión notable, convirtiendo su sede original en una imponente planta de producción de más de 2000 metros cuadrados. Este crecimiento es un fiel reflejo de su éxito y de una gestión que ha sabido mirar más allá de las fronteras.
A finales de los años 80, König ya proyectaba su futuro fuera de Argentina, iniciando un proceso de internacionalización que hoy la posiciona en 25 países de América, Europa y el mundo árabe. Con plantas productivas estratégicamente ubicadas en Avellaneda, Chivilcoy, São Paulo, Montevideo y Barcelona, la empresa ha construido una red global que le permite atender las necesidades de diversos mercados con la misma calidad y eficiencia.
Este crecimiento se traduce en cifras contundentes. Con una facturación que alcanzó los USD 37 millones en 2024 y una proyección de USD 45 millones para 2025, König demuestra una solidez financiera que respalda su ambicioso plan de expansión.
La compañía, que emplea a más de 350 colaboradores a nivel global, no solo es un motor económico, sino también un ejemplo de cómo una empresa familiar puede competir y destacarse en el escenario internacional.
El liderazgo de Laboratorios König se cimienta en una fuerte y constante inversión en investigación y desarrollo (I+D).
Esta apuesta por la ciencia ha dado como fruto un portafolio de más de 250 productos, algunos emblemáticos que se han convertido en sinónimo de confianza y eficacia para los veterinarios.
Marcas como Bactrovet Plata, Kuramicina, Glypondin, Basken y la innovadora línea de feromonas Serenex son solo algunos ejemplos de la capacidad de la compañía para desarrollar soluciones que marcan la diferencia.
Sus lanzamientos más recientes, Cidar, un comprimido super palatable para perros y gatos contra pulgas, garrapatas y parásitos internos, y Dardox, un pour-on sarnicida y garrapaticida, han batido récords de ventas, aportando USD 7 millones a la facturación en los últimos dos años.
Este éxito comercial no es casual, sino el resultado de un profundo conocimiento de las necesidades del mercado y de un equipo de I+D comprometido con la excelencia.
Detrás de este gigante de la salud animal se encuentra la figura de su fundador, el Dr. Humberto Taroni, actualmente CEO de la compañía y con 2 generaciones de la familia que lo acompañan. Médico veterinario egresado en 1968, su carrera es un testimonio de vocación por la docencia, la investigación y el desarrollo industrial.
Desde sus inicios en Laboratorios Elea, su paso como profesor y decano fundador en prestigiosas universidades, y su labor en el INTA, el Dr. Taroni ha sido un verdadero pionero.
Fue en 1978 que su espíritu emprendedor lo llevó a fundar Laboratorios König, lanzando al mercado el TEA Líquido, un producto que marcó un hito en la industria nacional.
Hoy, como presidente de la compañía, su visión sigue guiando a la empresa, consolidando más de cuatro décadas de trabajo al servicio del campo argentino y del bienestar animal.
Con casi 50 años de historia que celebrará en 2027, Laboratorios König no solo mira con orgullo su pasado, sino que se proyecta hacia el futuro con la misma pasión y determinación que la vieron nacer.
Su historia es una fuente de inspiración y un claro ejemplo de cómo la combinación de visión, innovación y un profundo compromiso con la salud animal puede llevar a una empresa argentina a la cima del liderazgo mundial.
Ayer, con la conservación en atmósfera controlada y hasta un barco de exportación propio, y hoy con las cámaras de maduración presurizada, Tres Ases ha hecho de la innovación la base de su éxito y resiliencia. Los hitos y los desafíos a lo largo de su historia en la fruticultura del Alto Valle.
Río Negro, lunes 24 noviembre (PR/25) — En el Alto Valle del río Negro hay una firma cuya historia es un ejemplo de resiliencia apoyada en el progreso técnico: hablamos de Tres Ases, una de las empresas frutícolas más importantes de Argentina.
Nació como un emprendimiento familiar comercial impulsado por inmigrantes italianos, creció de la mano de la innovación (primero con las cámaras de atmósfera controlada, hoy con la presurización), atravesó una fuerte crisis originada en los años de la hiperinflación argentina y, aun así, logró transformarse para volver a ser protagonista central del sector.
Con sede central en Cipolletti (Río Negro), hoy la compañía está en plena transición: mantiene el ADN familiar que la caracterizó desde siempre, pero avanza decididamente hacia la profesionalización de su gestión.
En ese proceso, la mirada moderna de su presidente, Gabriel Grisanti, y la incorporación de perfiles como Alejandro Sartor (adjunto al Directorio) explican por qué Tres Ases vuelve a ser una referencia absoluta en la región y el país. Esta es la historia de cómo una firma pionera supo reinventarse sin perder su esencia.
Antes de ser una empresa, Tres Ases fue una idea. Su raíz se remonta a 1914, cuando Enrique Grisanti (abuelo de Gabriel), nacido en Italia, instaló un puesto de frutas y verduras en el mercado de Bahía Blanca. Ese fue el puntapié inicial. Con el fin de ampliar y fortalecer su red comercial, en 1941 la familia desembarcó en el Alto Valle, alternando su actividad con la campaña del cítrico en Entre Ríos. La empresa formal nacería en 1960, pero para entonces ya había experiencia productiva: en 1957 se habían adquirido las primeras chacras en Villa Elvira, Cipolletti.
Las mismas siguen siendo un importante bloque productivo de Tres Ases, y fueron visitadas por Río Negro Rural.
Foto de la planta de empaque de Tres Ases en 1977. Foto: gentileza.
La segunda generación, conformada por Enrique y Segundo Grisanti (padre y tío de Gabriel), apostó por la innovación sin titubeos. Alrededor de 1970, “viajaron a Italia, consiguieron la representación de una empresa, y así Tres Ases construyó las primeras cámaras de atmósfera controlada de la región”, relata Gabriel.
Ese salto tecnológico enorme les permitió extender la vida de poscosecha y vender fruta hasta la siguiente temporada. Fue la chispa de un cambio estructural en el sector.
En aquellos años, Tres Ases también construyó un frigorífico en el puerto de Ingeniero White y, en 1969, se convirtió en la única firma frutícola del Alto Valle con buque exportador propio. Fue bautizado como “Cipolletti” y construido en el astillero Río Santiago para abastecer los puertos del nordeste brasileño.
Tres Ases tuvo barco de exportación propio: el histórico buque Cipolletti. Foto: gentileza.
“Acompañando al barco y a la atmósfera controlada, se consolida una marca comercial muy fuerte, muy vinculada a una jugada ganadora o a una jugada de éxito que tiene traducción en todos los idiomas y culturas”, describe Gabriel Grisanti con respecto a la elección de Tres Ases como denominación, y revelando el ambicioso objetivo de llegar a todo el mundo con las peras y manzanas norpatagónicas.
El relacionamiento con productores fue otra piedra angular del modelo Tres Ases. La empresa supo articular redes de provisión con familias históricas de la región, convirtiéndose en un actor integrador. Esa visión (una marca comercial fuerte, un proyecto de alcance global y un espíritu innovador permanente) moldearía su identidad durante las siguientes décadas.
1989: el origen de un problema… y de su solución
La hiperinflación de fines de los años ochenta encontró a Tres Ases en plena reconversión productiva: plantaciones tradicionales estaban siendo reemplazadas por sistemas intensivos en espaldera, un cambio tecnológico indispensable pero costoso.
“El financiamiento más largo disponible en ese momento en la Argentina era a seis meses, y el 97% del pasivo cuando ingresé a la empresa vencía en menos de 180 días, que además había que renovar”, recuerda Gabriel, que se incorporó a la dirección en 1991. La ecuación era insostenible.
La empresa tuvo que achicarse, desprenderse de activos y centralizar su administración en Cipolletti. El proceso concluyó en 1999 con un concurso de acreedores que ordenó el pasivo y permitió respirar. Fueron años extremadamente duros, pero también decisivos.
La inversión que había generado la crisis (la reconversión de las chacras) fue la llave del futuro. La modernización productiva estaba hecha; sólo faltaba un contexto favorable.
Gabriel Grisanti, presidente de Tres Ases. Foto: Juan Thomes.
Ese “viento de cola” llegó en 2002 con la devaluación. Para entonces, Tres Ases era un “velero liviano”, en palabras de Grisanti: una estructura eficiente, con costos ajustados y plantaciones tecnológicamente renovadas. Cuando soplaron los vientos adecuados, la empresa estaba lista. Y despegó con fuerza.
Despegue, innovación y un nuevo modelo comercial desde el Alto Valle
Tras la resolución del concurso comenzó una etapa de crecimiento continuo. Con los tres hermanos Grisanti que conforman la tercera generación (Gabriel, Enrique y Gustavo) ya firmes en la conducción, la empresa apostó nuevamente por la innovación tecnológica.
Peras de Tres Ases, en el Alto Valle. Foto: gentileza.
Uno de los hitos fue la incorporación de la clasificación óptica, que reemplazó personal de clasificación manual y permitió ampliar estándares de calidad y eficiencia. Al mismo tiempo, Tres Ases reformuló su modelo comercial. Ya no se trataba solo de vender productos: la empresa decidió vender soluciones.
Incorporó importaciones estratégicas y amplió su abanico de frutas hasta superar las veinte referencias, entre producción propia, compras a productores regionales e importaciones. El objetivo: garantizar abastecimiento continuo y calidad uniforme para clientes de Argentina.
Ese enfoque convirtió a Tres Ases en un proveedor integral: peras, manzanas, carozos, membrillos, bananas, paltas, cítricos contraestación, nueces y más. La clave estaba en la logística, el know-how, la maduración controlada y la consistencia. “Para cada cliente se construía una relación de confianza a largo plazo, que normalmente demanda entre tres y cinco años hasta consolidarse. Y una vez consolidada, el factor determinante deja de ser el precio: lo que importa es la confiabilidad”, explicó Alejandro Sartor.
El emblemático establecimiento de Tres Ases en el casco urbano de Cipolletti. Foto: Juan Thomes.
Con ese objetivo, Tres Ases se asoció con el mayor importador de banana de Argentina y está próxima a iniciar la maduración de frutas en cámaras presurizadas de última tecnología en la ciudad de Cipolletti. “Será la primera planta de maduración presurizada de la Patagonia, y nos permitirá abastecer bananas, paltas, peras y otras frutas listas para ser consumidas en la región y en el norte de Patagonia”, explicó Sartor.
La eficiencia productiva siguió siendo una prioridad. Todo cuadro que rinde menos de 37.000 kilos por hectárea se reemplaza con plantas nuevas. El rendimiento promedio actual ronda las 42 toneladas entre peras y manzanas. Otra máxima de Tres Ases es que toda nueva hectárea debe implantarse con tecnología e infraestructura de punta. El crecimiento siempre estuvo atado a la calidad.
El presente de Tres Ases, un gigante de la Patagonia
Hoy Tres Ases es una de las firmas frutícolas más importantes del país. Opera 1.100 hectáreas (70% propias, 30% arrendadas), distribuidas desde San Patricio del Chañar (Neuquén) hasta Cervantes (Río Negro). Produce peras, manzanas, carozos y membrillos, con una estructura que combina tradición y modernidad.
Más de 2.300 personas trabajan en temporada alta, con 180 permanentes. El 60% de la producción propia se exporta, mientras que la mitad de las 50.000 toneladas anuales comercializadas se destina a mercado interno.
Pero el cambio más profundo está en la organización. Tres Ases avanza hacia un esquema de gestión profesionalizada, donde perfiles técnicos y comerciales especializados toman protagonismo. En ese camino, Alejandro Sartor encarna la nueva etapa: una mirada estratégica, foco en la logística, la diversificación y el desarrollo comercial de largo plazo.
Alejandro Sartor, adjunto al Directorio de Tres Ases. Foto: Juan Thomes.
Esa profesionalización no borra la esencia familiar: la complementa. Gabriel Grisanti refleja esa síntesis a la perfección.
Heredó de su padre valores como la integridad, el esfuerzo y la visión integral del negocio; a eso le sumó una perspectiva moderna, tecnológica y orientada al servicio. Tres Ases también es eso: una empresa que empezó siendo familiar, que hoy se profesionaliza, y que en ambos modelos encuentra la misma identidad.
Una firma que fue pionera hace sesenta años con la atmósfera controlada y que hoy, con cámaras presurizadas y un enfoque comercial global, vuelve a estar en la vanguardia.
Nicolás González Bergez es un referente del diseño industrial aplicado al sector agropecuario; de la moto que desarmó a los 6 años a un presente ligado a la innovación.
Foto: González Bergez junto a sus dos hijos, a quienes busca trasmitir el mismo amor por el campo como lo hizo su padre Gza.
Buenos Aires, domingo 23 noviembre (PR/25) — A los 42 años, Nicolás González Bergez todavía conserva con nitidez el sonido de las cosechadoras que marcó su infancia.
También recuerda su vida en Gobernador Ugarte, un pueblo de apenas 200 habitantes en el partido bonaerense de 25 de Mayo, donde el campo no era sólo un paisaje: era su casa, su escuela y su primera aula de ingeniería.
Esa combinación temprana entre fierros, ruralidad y curiosidad mecánica se transformó, con el tiempo, en la brújula de una carrera que hoy lo ubica como diseñador industrial, magíster en Ingeniería Mecánica y, en la actualidad, en un Doctorado internacional en Diseño.
“Mi padre fue quien me transmitió ese amor por el campo y los fierros; nací entre maquinarias”, cuenta a LA NACION y rememora aquellos días en un viejo puesto rural acomodado por su papá, Pablo, contratista desde los 21 años. Allí, a unos metros de la ruta provincial 51, entre galpones con cosechadoras, fumigadoras y tractores, esperaba ansioso salir de la escuela para subirse a las máquinas.
A los seis años tuvo su primer impacto técnico: una moto que su padre consiguió “cambiándola por un implemento agrícola”. Fue ese regalo el que marcó un clic dentro suyo.
En el campo, junto a su padre, Pablo Gza.
“La empecé a desarmar, cambiar el carburador, pintarla. Ahí empezó toda la parte exploratoria en la mecánica”, afirma. Ese gesto infantil anticipaba lo que vendría: una vida cruzada por el diseño, la mecánica y la innovación y el campo.
El camino académico, sin embargo, no fue lineal. Al terminar el secundario en Alberti —a donde lo enviaron para que se acostumbre a una ciudad más grande— se mudó a Buenos Aires. Primero eligió Agronomía, buscando un puente entre la ciudad y el campo. “Me la pasaba dibujando autos”, recuerda. Hasta que un compañero, al verlo trazando un Alfa Romeo en plena clase de Botánica, le lanzó la frase que lo cambió todo: “Nico, a vos no te gusta esto. ¿Qué hacés acá?”.
Ese día tomó una decisión bisagra: abandonar Agronomía y empezar Diseño Industrial. “Dije: o estudio algo que me gusta y después veo dónde vivo, o me vuelvo a trabajar al campo”, resume.
Desde un primer momento, el diseño lo atrapó. Encontró ahí la combinación perfecta entre ingeniería, creatividad y técnica. Luego de varios posgrados y especializaciones, comenzó su vida profesional en la industria automotriz. Ingresó en una firma coreana como analista de posventa y luego supervisor. “Siempre me gustaba toda la parte técnica o ingeniería de la carrera”, explica. Viajó a Corea, se formó en diagnóstico automotriz en Estados Unidos y más tarde pasó a una automotriz alemana, donde siguió recorriendo el país.
González Bergez junto al equipo mixto de ingenieros y diseñadores de su primer proyecto, una fertilizadora de flujo tangencial Gza.
Pero sentía que cada día que pasaba su vida no estaba completa. Su meta era diseñar y eso no llegaba. “Si no lo hago ahora, no lo voy a hacer más”, se planteó otra vez. Era dejar una vida acomodada para empezar de nuevo.
No dudó y tomó otra decisión radical: renunciar. Pasó de manejar una 4×4 a viajar en colectivo, empezó a dar clases universitarias para sostenerse económicamente y se compró una impresora 3D para trabajar de noche, haciendo prototipos como freelance: “Sacrifiqué plata para hacer lo que me gustaba, que era el diseño”.
Su apuesta fue a la vieja usanza: imprimió CVs y comenzó a recorrer los stands de Expoagro: “Soy muy busca”. En uno de ellos consiguió hablar con el gerente de ingeniería de una empresa argentina de maquinaria agrícola. Su perfil les llamó la atención. “Además de estudiar, yo trabajaba en el campo: manejaba máquinas, fumigaba, cosechaba”, explica. Esa combinación de experiencia práctica, técnica y diseño fue decisiva para contratarlo como externo.
Su primer proyecto fue una fertilizadora de flujo tangencial, desarrollada por un equipo mixto de ingenieros y diseñadores.“Yo hice todo lo que es el diseño industrial de la máquina”, detalla. El equipo buscaba un enfoque modular, y terminó generando tres modelos de arrastre y uno para montarse en una autopropulsada. El prototipo incluso llegó a presentarse en Expoagro, recuerda.
Luego vinieron más encargos: un atomizador frutícola, un abresurco para equipos autopropulsados y un sensor para medir índice verde en malezas, un desarrollo comparable a los sistemas importados como WeedSeeker. “Firmaba contratos de confidencialidad; no podía decir nada”, dice.
Tras trabajar en automotrices, renunció para diseñar maquinaria agrícola y hoy lidera una empresa familiar de tecnología para el agro Gza.
Luego también trabajó para industrias de tanques cisterna en Cañuelas y para una firma de carretones en Santa Fe para transportar maquinaria agrícola. Allí renovó la identidad de producto y desarrolló mejoras funcionales. La demanda creció tanto que incorporó diseñadores junior a su estudio y montó un pequeño laboratorio con impresoras 3D industriales.
Mientras consolidaba su estudio, la tecnología volvió a unirlo con el campo. En plena pandemia descubrió el potencial de los drones y nació su nueva empresa: Aike Drones, dedicada a aplicaciones agrícolas y agricultura de precisión.
“Es una palabra tehuelche que significa lugar de donde uno es. Es como tierra de drones. Cuando vi el dron me encantó su tecnología y siempre le decía a mi viejo para comprar un dron para el campo propio y después ofrecer servicios para afuera, pero me decía que no, que no tenía ni idea de eso, que era todo muy electrónico”, explica.
Pero, al final, su padre dio el brazo a torcer y hoy “Aike Drones” es una empresa familiar con proyección futura: “Es mi nuevo desafío hacia adelante”.
Luego también trabajó para industrias de tanques cisterna en Cañuelas y para una firma de carretones en Santa Fe para transportar maquinaria agrícolaGza.
Hoy combina ambos mundos: diseño industrial y servicios tecnológicos para el agro. Mientras su estudio sostiene los proyectos comerciales, Aike Drones se encuentra en etapa de inversión y crecimiento. Paralelamente, avanzó con su doctorado en la TECH Universidad (España), donde orientó su tesis precisamente a la interfaz entre drones y diseño.
“Los drones están muy bien desarrollados, pero todo lo que los rodea —las interfaces piloto-equipo— no tiene evolución; incluso hay involución”, afirma. Por eso trabaja en un protocolo de investigación junto a un matrimonio de ingenieros agrónomos, uno del Conicet y otro del INTA. “La idea es que lo que se investigue sirva también para INTA”, destaca.
En una de sus graduaciones, junto a sus padres, Pablo y Graciela, y sus hermanosGza.
Cada decisión en la vida de González Bergez parece empujar hacia el mismo punto: unir la memoria del campo con la mirada del diseñador. Desde aquella moto desarmada a los seis años hasta los prototipos presentados en Expoagro, su historia es la de un puente entre dos mundos que rara vez dialogan. Y, como él mismo reconoce, también es una manera de volver siempre a su origen.
“Aike significa lugar de donde uno es”, repite. En su caso, ese lugar es un galpón en Gobernador Ugarte, rodeado de máquinas. Y, ahora, también un laboratorio de diseño donde imagina cómo será la maquinaria agrícola del futuro.